Thursday, October 19, 2006

CB - TOrdinario - D29 (Pagola)

Marcos 10, 35 – 45
NO HA DE SER ASÍ
José Antonio Pagola

Santiago y Juan se acercan a Jesús con una petición extraña: ocupar los puestos de honor junto a él. «No saben lo que piden». Así les dice Jesús. No han entendido nada de su proyecto al servicio del reino de Dios y su justicia. No piensan en «seguirle», sino en «sentarse» en los primeros puestos.

Al ver su postura, los otros diez «se indignan». También ellos alimentan sueños ambiciosos. Todos buscan obtener algún poder, honor o prestigio. La escena es escandalosa. ¿Cómo se puede acoger a un Dios Padre y trabajar por un mundo más fraterno con un grupo de discípulos animados por este espíritu?

El pensamiento de Jesús es claro. «No ha de ser así». Hay que ir exactamente en la dirección opuesta. Hay que arrancar de su movimiento de seguidores esa «enfermedad» del poder que todos conocen en el imperio de Tiberio y el gobierno de Antipas. Un poder que no hace sino «tiranizar» y «oprimir».

Entre los suyos no ha de existir esa jerarquía de poder. Nadie está por encima de los demás. No hay amos ni dueños. La parroquia no es del párroco. La Iglesia no es de los obispos y cardenales. El pueblo no es de los teólogos. El que quiera ser grande, que se ponga a servir a todos.

El verdadero modelo es Jesús. No gobierna, no impone, no domina ni controla. No ambiciona ningún poder. No se arroga títulos honoríficos. No busca su propio interés. Lo suyo es «servir» y «dar la vida». Por eso es el primero y más grande.

Necesitamos en la Iglesia cristianos dispuestos a gastar su vida por el proyecto de Jesús, no por otros intereses. Creyentes sin ambiciones personales, que trabajen de manera callada por un mundo más humano y una iglesia más evangélica. Seguidores de Jesús que «se impongan» por la calidad de su vida de servicio.

Padres que se desviven por sus hijos, educadores entregados día a día a su difícil tarea, hombres y mujeres que han hecho de su vida un servicio a los necesitados. Son lo mejor que tenemos en la Iglesia. Los más «grandes» a los ojos de Jesús.

Tuesday, October 10, 2006

CB - TOrdinario - D28 (Pagola)

Marcos 10, 17 – 30
LO QUE NOS FALTA
José Antonio Pagola

Un hombre se acerca a Jesús. Es rico: no tiene problemas materiales. Es bueno: su conciencia no le acusa de nada. Sin embargo, se le ve agitado. Viene «corriendo», urgido por su inquietud. «Se arrodilla» ante Jesús como último recurso, y le hace una sola pregunta; ¿qué tengo que hacer para evitar que la muerte sea el final de todo?.

Jesús le recuerda los mandamientos. Según la tradición judía, son el camino de la salvación. Pero omite los que se refieren a Dios: «amarás a Dios», «santificaras sus fiestas»... Sólo le habla de los que piden no hacer daño a las personas: «no matarás», «no robarás»... Luego añade, por su cuenta, algo nuevo: «no defraudarás», no privarás a otros de lo que les debes. Esto es lo primero que quiere Dios.

Al ver que el hombre ha cumplido esto desde pequeño, Jesús «se le queda mirando». Lo que le va a decir es muy importante. Siente cariño por él. Es un hombre bueno. Jesús le invita a seguirle a él hasta el final: «Te falta una cosa: vende lo que tienes y da el dinero a los pobres... luego, ven y sígueme».

El mensaje de Jesús es claro. No basta pensar en la propia salvación; hay que pensar en las necesidades de los pobres. No basta preocuparse de la vida futura; hay que preocuparse de los que sufren en la vida actual. No basta con no hacer daño a otros; hay que colaborar en el proyecto de un mundo más justo, tal como lo quiere Dios.

¿No es esto lo que nos falta a los creyentes satisfechos del Primer Mundo, que disfrutamos de nuestro bienestar material mientras cumplimos nuestros deberes religiosos con una conciencia tranquila?.

No se esperaba el rico la respuesta de Jesús. Buscaba luz a su inquietud religiosa, y Jesús le habla de los pobres. «Frunció el ceño y se marchó triste». Prefería su dinero; viviría sin seguir a Jesús. Tal vez ésta es la postura más generalizada entre los cristianos del Primer Mundo. Preferimos nuestro bienestar. Intentamos ser cristianos sin «seguir» a Cristo. Su planteamiento nos sobrepasa. Nos pone tristes porque, en el fondo, desenmascara nuestra mentira.

Thursday, October 05, 2006

CB - TOrdinario - D27 (Pagola)

Marcos 10, 2 – 16
PARA HOMBRES
José Antonio Pagola

Lo que más hacía sufrir a las mujeres en la Galilea de los años treinta era su sometimiento total al varón dentro de la familia patriarcal. El esposo las podía incluso repudiar en cualquier momento abandonándolas a su suerte. Este derecho se basaba, según la tradición judía, nada menos que en la Ley de Dios.

Los maestros discutían sobre los motivos que podían justificar la decisión del esposo. Según los seguidores de Shammai, sólo se podía repudiar a la mujer en caso de adulterio; según Hillel, bastaba que la mujer hiciera cualquier cosa «desagradable» a los ojos de su marido. Mientras los doctos varones discutían, las mujeres no podían alzar su voz para defender sus derechos.

En algún momento, el planteamiento llegó hasta Jesús: «¿Puede el hombre repudiar a su esposa?» Su respuesta desconcertó a todos. Las mujeres no se lo podían creer. Según Jesús, si el repudio está en la Ley, es por la «dureza de corazón» de los varones y su mentalidad machista, pero el proyecto original de Dios no fue un matrimonio «patriarcal» dominado por el varón.

Dios creó al varón y a la mujer para que fueran «una sola carne». Los dos están llamados a compartir su amor, su intimidad y su vida entera, con igual dignidad y en comunión total. De ahí el grito de Jesús: «lo que ha unido Dios, que no lo separe el varón», con su actitud machista.

Dios quiere una vida más digna, segura y estable para esas esposas sometidas y maltratadas por el varón en los hogares de Galilea. No puede bendecir una estructura que genere superioridad del varón y sometimiento de la mujer. Después de Jesús, ningún cristiano podrá legitimar con la Biblia o el Evangelio nada que promueva discriminación, exclusión o sumisión de la mujer.

En el mensaje de Jesús hay una predicación dirigida exclusivamente a los varones para que renuncien a su «dureza de corazón» y promuevan unas relaciones más justas e igualitarias entre varón y mujer. ¿Dónde se escucha hoy este mensaje?, ¿cuándo llama la Iglesia a los varones a esta conversión?, ¿qué estamos haciendo los seguidores de Jesús para revisar y cambiar comportamientos, hábitos, costumbres y leyes que van claramente en contra de la voluntad original de Dios al crear al varón y a la mujer?

CB - TOrdinario - D26 (Edu)