Friday, January 26, 2007

CC - TOrdinario - D3 (Pagola)

Lucas 1, 1 – 4; 4, 14 - 21
PROGRAMA

José Antonio Pagola


Antes de comenzar su relato evangélico, Lucas quiere presentar de manera clara el programa de Jesús, que enseguida irá exponiendo a lo largo de su escrito. Le interesa mucho, pues ése es precisamente el programa que han de tener ante sus ojos los que le siguen.

Según Lucas, es Jesús mismo quien selecciona un pasaje del profeta Isaías y se lo lee a los vecinos de su pueblo, para que puedan entender mejor el Espíritu que lo anima, las preocupaciones que lleva dentro de su corazón y la tarea a la que se quiere dedicar en cuerpo y alma.

«El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido». Jesús se siente «ungido» por el Espíritu de Dios, impregnado por su fuerza. Por eso, sus seguidores le llaman ahora «Cristo», es decir, «Ungido», y, por eso, se llaman ellos mismos «cristianos». Para Lucas, es una contradicción llamarse «cristiano» y vivir sin ese Espíritu de Jesús.

«Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres». A Dios le preocupa el sufrimiento de la gente. Por eso, su Espíritu le empuja a Jesús a dejar su pueblo para dar la Buena Noticia a los pobres. Ésta es su gran tarea: poner esperanza en los que sufren. Si lo que hacemos y decimos los cristianos no es captado como «Buena Noticia» por los que sufren, ¿qué evangelio estamos predicando?, ¿a qué nos estamos dedicando?.

Jesús se siente enviado a cuatro grupos de personas: los «pobres», los «cautivos», los «ciegos», y los «oprimidos». Son los que más dentro lleva en su corazón, los que más le preocupan ¿Qué ha sido de «la gran preocupación» de Jesús? Aquí no hay escapatoria posible. La Iglesia es de los que sufren, o deja de ser la Iglesia de Jesús. Si no son ellos quienes nos preocupan, ¿de qué nos estamos preocupando?.

Jesús tiene claro su programa: sembrar libertad, luz y gracia Esto es lo que desea introducir en aquellas aldeas de Galilea y en el mundo entero. Nosotros podemos dedicarnos a juzgar y condenar la sociedad actual; podemos discutir de todo; podemos lamentarnos de la indiferencia religiosa. Si seguimos el programa de Jesús, nos sentiremos llamados a poner en el mundo libertad, luz y gracia de Dios.

CC - TOrdinario - D2 (EduardoA)

1ª Lectura: Isaías 62, 1 - 5
2ª Lectura: 1ª Corintios 12, 4 - 11
3ª Lectura: Juan 2, 1 – 11


MATERIALES PARA UNA HOMILIA CATEQUÉTICA CON UNA EXÉGESIS FUERTE

de John P. MEIER, en "Un judio marginal"
Recomendado a Sacerdotes - párrocos incluidos- y catequistas con un nivel alto en Biblia - no basta con leer; hay que trabajar y orar los textos, que son sagrados

1º - DESARROLLO EXEGÉTICO Y PARENÉTICO O EXORTACIÓN MEDITATIVA por John P. MEIER DE LOS TEXTOS DEL 2º.- DOMINGO TO –C

La narración de este signo de las Bodas de Caná no aparece en toda la tradición de milagros sinóptica. Es un signo único, especial, original.

* Se presenta velado el momento y el modo del prodigio de convertir el agua en vino, cosa que no ocurre, por ejemplo, en la multiplicación de panes.

* El milagro es narrado de modo indirecto. Jesús no hace nada, no interviene directamente, solo, siguiendo las órdenes de Jesús, los sirvientes hacen todo: llenan de agua las tinajas y sacan un poco de líquido después para llevárselo al maestresala.

* Resulta llamativo que una casa de pueblo, sencilla, tenga seis tinajas para el agua. Y para acarrear agua para llenarlas de nuevo rápidamente, para no interrumpir la fiesta, supone muchos sirvientes, unos 20 sirvientes. Esto supone un banquete de una gran casa. Cosa rara, pues no tenían vino suficiente. Esa servidumbre numerosa era propia de los banquetes de cultura grecorromana, pero no de Palestina y menos de un simple pueblo desconocido.

* La realidad de esa transmutación se menciona luego sólo de pasada en v.9: “Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino…”

* La aclamación del maestresala es sólo funcional, pues ignorando el origen de lo que acaba de catar, se dirige al novio anónimo ¿qué novio, el que estaba en la presidencia o el que mantenía la alegría de toda aquella fiesta, y que el maestresala alababa la excelente calidad de la bebida?. Alaba la calidad, no la cantidad, pues ignora lo que ha ocurrido con las seis tinajas, ni el origen del prodigio.

* Con esta “primera señal”, Jesús “manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él”. A Natanael le dijo: “has de ver cosas mayores”. Ya las estaban viendo.


¿Qué nos está diciendo el evangelista San Juan con este relato?

Para ello hay que analizar con atención, cuidado, inteligencia y con los múltiples dones que Dios concede, como el de profecía o discernimiento de espíritus o el don de interpretar lenguas, la misma Palabra de Dios o textos revelados. Sólo Dios sabe lo que ha dicho y su decir es intemporal e inespacial, de tal manera que sirve para todos los tiempos y todas las geografías, pueblos, culturas o etnias. Cada generación solo tiene que saber interpretarlo con la ayuda de los dones de Dios.

En las bodas de Caná, el novio, resulta alegórico, pues solo sirve de comodín para el encargado del banquete, que le recriminará, le echará en cara su comportamiento: “Todo el mundo sirve primero el vino de calidad y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú, has guardado el vino bueno hasta el final”.

Pero parece ser que “no hay forma de constatar que en la antigua sociedad grecorromana, ni en la judía, existiera esa norma o máxima sobre los convites. Y si existió, que fuera aplicada a una boda campesina”

Entonces, esa afirmación del encargado del banquete manifiesta una creación ad hoc (para lo que tratamos) del evangelista San Juan para su concepción y fines teológicos.

La teología que encierra este pasaje de las Bodas de Caná, la enseñanza sobre Dios y su Hijo, el enviado, es de una asombrosa manifestación de lo divino en los últimos tiempos, en que la Humanidad con toda la Creación serán

- restablecidas (apocatástasis) y
- trasformadas en una Nueva Creación divinizada o apoteosis…

El “buen vino” que es reservado para el tiempo final nos orienta hacia una “teología de “sustitución”. Se sustituye el agua de abluciones rituales por el buen vino, en una abundancia desconcertante. Ha llegado ya la conclusión, el final de la economía veterotestamentaria. Han llegado los Nuevos Tiempos, la Nueva Noticia , los odres nuevos, porque el vino es nuevo y superior.

Otros aspectos a tener en cuenta en este relato de San Juan, para que la conclusión de este acontecimiento de las Bodas, la veamos como un avance de transformación de nuestros conocimientos elementales de la Palabra de Dios y nos enriquezcamos como cristianos y nos llenemos de un mayor gozo y alegría auténticos, son entre otros:

* Las referencias a "la madre de Jesús" (2,1.3-5) reflejan tanto la manera de hablar de Juan como su visión teológica y el simbolismo de María. Es casi seguro que, por alguna razón teológica o simbólica, Juan suprime a propósito el nombre de María y se refiere a ella con una expresión que empieza a parecer una especie de fórmula o título.

Es, pues, sumamente significativo que, dentro del cuarto Evangelio, tanto la persona de María, su nombre, que soslaya, como la peculiar combinación del título de "la madre de Jesús" (o "su madre") con la palabra "mujer" utilizada por su hijo para dirigirse a ella aparezcan solamente en el primer milagro de Caná y en la reunión junto a la cruz en el Gólgota. En otros términos, Juan, de manera deliberada, ha introducido y limitado "la madre de Jesús" a un texto o perícopa del principio y a otro texto del final de la vida pública de Jesús: su crucifixión y muerte en la cruz en el gólgota: la señal" de Caná, que marca el comienzo de su ministerio, y la escena junto a la cruz, inmediatamente anterior a su muerte.

Así pues, su función teológica y simbólica y su diálogo con Jesús en el primer milagro de Caná, Juan ha construido cuidadosamente una referencia teológica a otro punto de su Evangelio.

* Jesús parece, al principio, negarse brusca y secamente a la intervención taumatúrgica. ¿Por qué se niega? Porque él debe y tiene de este modo bajo su control el devenir de los acontecimientos y muestra que, lo que haga, lo hará de acuerdo con los "tiempos" y fines de su misión, la cual, en definitiva, está dirigida por la voluntad de su Padre (cf. 4,34; 5,30; 6,38-40; 7,2-10).

Así deja claro que, cuando concede un milagro, lo hace como y cuando quiere, con inimaginable generosidad y con un especial simbolismo teológico que va mucho más allá de la primera intención del peticionario.

* En los vv. 7-8, Jesús accede a la petición, pero con una sobreabundante donación de excelente vino que simboliza la irrupción, en el momento presente, del tiempo final. Es una efusión del vino del banquete mesiánico, con la que se trascienden las instituciones rituales del judaísmo, simbolizadas por el agua de purificación que ha sido convertida en vino.

Y el sobreabundante suministro de vino a un banquete de boda) simboliza una realidad espiritual, escatológica, más elevada. No se necesita buscar mucho en el AT para entender el simbolismo. Puesto que la abundancia de vino en el tiempo de la cosecha (al término del año) es un símbolo natural de "la alegría al final", los profetas veterotestamentarios utilizaron la imagen del vino abundante para simbolizar la alegría de los "días finales", cuando Yahvé imprimirá un giro de ciento ochenta grados a la condición pecadora y triste de su pueblo (cf. Am 9,13-14; Is 25,6-7; Jr 31,12-14)2'

* No resulta sorprendente que, además del tema de Yahvé ofreciendo vino y alegría a Israel en el tiempo final, encontremos una imagen veterotestamentaria de Yahvé relacionada con la anterior: la de verdadero novio de Israel, que se regocija con su novia en el banquete de boda del tiempo final (Is 54,4-8; 62,4-5) 229.

Es en el NT donde encontramos la figura mesiánica de Jesús ocupando el puesto de Yahvé como el novio que se casa con el pueblo de Israel en los días finales. El libro del Apocalipsis, un escrito relacionado de algún modo con el ámbito de la teología joánica, expresa el regocijo del «banquete de boda del Cordero [Jesús muerto y resucitado)» (Ap 19,9).

Adecuadamente, la novia del Cordero es la Iglesia , que llama a su novio (19,7; 22,17) Es en el cuarto Evangelio donde se da el único caso, dentro de un relato evangélico, en que una figura histórica se refiere directamente a Jesús como el novio de Israel.

El banquete de boda mesiánico, que Mateo y el libro del Apocalipsis sitúan en la PARUSÍA (juicio al final de los últimos tiempos) Juan lo ve hecho ya realidad desde el mismo comienzo del ministerio de Jesús, como es típico de su ESCATOLOGÍA REALIZADA.

«Tú has guardado el buen vino de la vida de Dios HASTA AHORA», hasta estos días escatológicos de TU ENCARNACIÓN, cuando revelas tu gloria mediante tus señales y tus discípulos creen en ti (v. 11).

* El agua de esas tinajas servía para ritos de purificación judíos, y puesto que es concretamente el agua de esas tinajas lo que Jesús convierte en vino bueno y abundante (el don de vida de Dios en el tiempo final), la conversión del agua en vino podría simbolizar para el evangelista la sustitución del judaísmo por el cristianismo.

No se puede evitar la impresión de que esta supuesta norma o costumbre, dudosamente aplicable en el caso de una celebración nupcial en un pueblo de los montes de Galilea, es una creación ad hoc que el evangelista ha realizado atendiendo a sus fines teológicos. Alude de manera alegórica al "buen vino" de la revelación de Jesús, que es reservado para el tiempo final, llegada ya a su conclusión la economía veterotestamentaria. De ser así, las palabras que la problemática figura del maestresala dirige a ese novio quizá alegórico constituyen, obviamente, una expresión de la teología joánica y, más en concreto, de una teología de sustitución.

¿Podemos considerar todo esto como verosímil en una boda pueblerina galilea? ¿No será que el evangelista ha importado un escenario grecorromano, con el que estaba familiarizado?.

Yo me inclino a pensar que el relato fue creado por el mismo Juan utilizando diversos temas tradicionales.

Con esto no niego la historicidad de un pueblo llamado Caná de Galilea (varios lugares se disputan el honor serlo) ni que Jesús estuviese alguna vez allí, incluso como invitado a una boda durante su ministerio público (aunque no hay noticia de tal evento en ningún otro lugar de los cuatro Evangelios). Pero si se me pregunta si hay suficientes indicios de que en Caná de Galilea el Jesús histórico obró realmente algún hecho asombroso relacionado con agua y/o vino y que los discípulos considerasen como un milagro, la respuesta ha de ser negativa.

RESUMIENDO.

* San Juan es el autor de esta perícopa (Jn 2, 1-11)
* El evangelista ha importado un escenario grecorromano, con el que estaba familiarizado para trasmitirnos una revelación de Dios.
* Inspirado por el Espíritu nos revela que el final de los tiempos, la parusía, ya ha llegado
* El banquete de boda mesiánico, que Mateo y el libro del Apocalipsis sitúan en la PARUSÍA (juicio al final de los últimos tiempos) Juan lo ve hecho ya realidad desde el mismo comienzo del ministerio de Jesús, como es típico de su ESCATOLOGÍA “REALIZADA” Y SU TEOLOGÍA DE “SUSTITUCIÓN”
* Esta revelación que nos trasmite San Juan en este relato suyo es un REGALO de Dios al PUEBLO de DIOS, a toda la HUMANIDAD a través de su IGLESIA, que se convierte en pedagoga y maestra de la humanidad.

Este REGALO, que se nos revela en San Juan, consiste en que Dios enamorado de ti, quiere desposarte (emplea este lenguaje y estos términos, porque es el lenguaje que los humanos mejor entendemos, cuando se trata del amor) Y esto no será al fin de los tiempos, cuando se realice el momento último, ESCATOLOGICO, Juicio final por el Hijo de Dios, de la creación: mundo y ser humano, sino que ese momento ya SE HA REALIZADO, Y EL NOVIO TE ESTÁ ESPERANDO, ANTES DEL MOMENTO DE TU MUERTE.

Si esta revelación la crees de verdad, si te has dado a ella e intentas vivirla, en una palabra, SI TIENES FE, tu vida será un gozo completo y una alegría continua. Será motor de la Evangelización por tu testimonio vital.

Si en ti no aparece cada vez más y más este dinamismo contagioso de gozo y alegría por lo que aquí, “en el ahora de tu vida” estás viviendo: TUS ESPONSALES, que atrae hacia ese misterio que ya vives a cuantos te rodean, ENTONCES, eso supone que no habías descubierto esta revelación, que nos hace San Juan en este episodio de las Bodas de Caná o si lo sabías, eso supone que solo tienes conocimientos y cultura religiosa, pero no lo vives, no te comprometes, NO TIENES FE o está medio muerta.


2º - HOMILÍA

JESUCRISTO, en esta Boda realizada en Caná de Galílea, se convierte en el protagonista de la boda. El se casa con los comensales a los que invita y regala con el mejor vino. Y María, la Madrina de la boda, nos invita a seguirle: “Haced lo que él os diga”.

¿Será posible que Dios esté enamorado de la humanidad, de ti y de mí y de esta comunidad cristiana? Apenas se ha encarnado, se ha hecho niño, se ha hecho humano, ya quiere llevar adelante este misterio de encarnación hasta la unión y transformación perfecta del ser humano. Lo quiere divinizar, a medida que nosotros le hacemos sitio en nuestro corazón para irse él también humanizando en nosotros. Es Emmanuel, Dios con nosotros y nosotros con él.

Y la unión más perfecta que conocen todas las culturas y todos los pueblos del mundo es la realidad del matrimonio y en ese lenguaje nos habla y se nos revela, se nos declara, como os acabo de decir.

El profeta Isaías en la primera lectura nos presenta el símbolo de la Boda de Dios-Yahvé y Jerusalén, que es la representación del pueblo de Israel, es decir, las bodas de Dios con su pueblo, que somos a su vez, cada uno de nosotros y nuestra comunidad cristiana parroquial. Quiere expresar de alguna manera, con el lenguaje de esponsales y de bodas, una realidad de convivencia y de don mutuo entre el amor de Dios, enamorado y prometiéndose en matrimonio a la humanidad, y cada uno de nosotros.

¿Por qué Dios nos quiere tanto? ¿Por qué nos aprecia tanto? ¿Tan grandes somos? ¿Tanto valemos?

Si desgraciadamente nosotros no nos apreciamos, ni valoramos y fácilmente nos degradamos y nos prostituimos con los pecados, nos tenemos que preguntar, te tienes que preguntar: ¿Qué ves en mi, Señor, qué ves en mí, que yo no veo? Y el profeta Isaías nos dice lo que ve en nosotros y lo enamorado que está de nosotros, que hasta olvida y perdona todos nuestros pecados, todas nuestras traiciones, todas nuestras infidelidades, hasta darnos un nombre nuevo. “No te dirán más Abandonada, ni llamarán a tu tierra “Desolada”. A ti te dirán MI FAVORITA y llamarán a tu tierra Desposada. Porque el Señor encuentra en ti su deleite y tu tierra tendrá un esposo. Y así, como un joven se casa con una virgen, así te desposará tu Creador; y así como se alegra un marido ante su esposa, así el Señor se alegrará de ti”.

Nosotros, queridos hermanos, que vamos mendigando el amor, y experimentamos tantos fracasos: la novia que se siente abandonada de su novio ¡Cuántas traiciones y cuantos dolores entre novios! El marido o la esposa que se encuentran burlados y humillados en sus personas por la infidelidad del otro. Los padres, dolidos por el abandono y el alejamiento de los hijos. Los falsos amigos que dejan herido nuestro corazón. Nosotros, mendigos de amor, pordioseros de cariño.

¿Y no os parece extraordinario saber hoy, que Dios nos brinda su amor fiel, sincero y verdadero y para siempre, aunque yo rompa la alianza? ¿Qué Dios se nos ofrece en esponsales a pesar de nuestras infidelidades, pecados y abandonos?.

Para esa unión, en que formaremos con él, como los esposos, una sola vida, nos adorna y nos engalana con toda clase de dones, como nos lo ha recordado San Pablo en la segunda lectura.

El Evangelio de hoy no solamente nos confirma este deseo de esponsales, sino que nos dice que ya ha llegado el momento de las realidades. Con el milagro o signo de aquella boda, en Caná de Galilea, en que trasformó el agua en vino, (más tarde será la del alimento –pan y vino- en su cuerpo), dio comienzo Jesús, estas señales elocuentes, nos ha dicho el evangelio: Y manifestó su gloria y creyeron en él sus discípulos”.

Esto ocurre en el marco y ambiente de unas bodas. El vino empieza a escasear ¿Se acabará la fiesta? Jesús convierte lo ordinario y ritual, como el agua, en algo extraordinario y de valor, como es el vino. Y esto lo hace de manera pródiga: como unos 600 litros de vino aparecieron, COMO EL MEJOR SÍMBOLO DE QUE YA HAN LLEGADO LOS TIEMPOS MESIÁNICOS.

Jesucristo acaba, siendo en el relato, el protagonista de la boda. El novio queda desdibujado, porque el verdadero novio es él. Los invitados son los favorecidos como una novia. La madrina es María. Nos lleva a los esponsales, diciéndonos muy quedamente. “Haced lo que él os diga”.

Así anuncia la llegada de los tiempos mesiánicos, que se profetizaban bajo la forma de un banquete de bodas, donde la abundancia, riqueza y prodigalidad de bienes era su característica. Sus discípulos creyeron en Él, porque se manifestó como el verdadero esposo que da el vino mesiánico en su abundancia, para que la fiesta no acabe nunca. Es el vino de su sangre, cáliz de la nueva alianza, de los nuevos esponsales.

¿Seremos capaces de decir un sí sincero, verdadero, fiel y amoroso a Dios, que nos pide, como el esposo se lo pide a la esposa? Que esta Eucaristía, hermanos, nos ayude a comprometernos en esponsales con Dios, pensado y reflexionando en aquellas estrofas del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz , preguntando a ese Dios, enamorado de nosotros:

Para la acción de gracias, diálogo y plegaria después de la COMUNIÓN

* Pregunta el alma enamorada:
¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? – Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando y ya eras ido.

Pastores, los que fuerdes allá por las majadas al otero, - si por ventura viereis aquel que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero.

* Las criaturas nos responderán:**Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, - y, yéndolos mirando, con sola su figura – vestidos los dejó de su hermosura.

Y a medida que nosotros le vayamos más y más conociendo, le diremos con todo el corazón:

* ¡Ay!, ¿quién podrá sanarme? Acaba de entregarte ya de vero; - no quieras enviarme de hoy más ya mensajero –que no saben decirme lo que quiero. Y todos cuantos vagan de ti me van mil gracias refiriendo, -y todos más me llagan, y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo.

* Y acabémosle, diciendo todos nuestros anhelos, todos nuestros amores, de conocedores de su amor:

¿Por qué, pues has llagado aqueste corazón, no lo sanaste? –Y, pues me lo has robado, ¿por qué así lo dejaste y no tomas el robo que robaste?.

Que este sea nuestro diálogo con Jesús, el esposo, en esta Eucaristía, sobre todo en el momento de celebrar hoy nuestros esponsales, en la comunión.

AMÉN
Edu, escolapio


Ciclo C
Tiempo Ordinario (I)
2 domingo

NO APTO PARA “PAÑOS Y ODRES VIEJOS”

Recomendado para Sacerdotes, y Catequistas de un nivel alto en Biblia

COMENTARIO EXEGETICO (nivel alto) DE LA PERÍCOPA BODAS DE CANÁ DEL EVANGELIO DE SAN JUAN
Capítulo 2, del 1 al 11 versículos

Para los estudiosos, les recomiendo el texto COMPLETO y no mi resumen. Quien lo desee, debe buscarlo y bajarlo del Google, o pedirlo a edumabad@yahoo.es.

Lo ideal es comprar un tomo de la obra. Y una vez trabajado y gustado, comprar los restantes para que este VINO NUEVO lo puedas guardar en tu nueva capacidad y conocimiento, que te arrancan de una ignorancia dulce y pobre en la que te encuentras, pues al ser PELLEJO NUEVO, el VINO NUEVO no lo reventará (no te escandalizarás) ni el VINO NUEVO se derramará.

Nadie echa un remiendo de paño nuevo en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor. [17]Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama, y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así ambos se conservan.» [18] Mt 9,16 sig)

RESUMEN (de 19 páginas) tomado del libro: UN JUDIO MARGINAL. – Nueva visión del Jesús histórico - Tomo II/IV (paginas 1070 a 1089); Autor: John P. MEIER; Editorial: Verbo Divino (Estella - Navarra- España 1997)

RESUMEN (al 50%)

Entre los elementos que presuponen la existencia de un contexto literario y teológico más amplio en el Evangelio y, en consecuencia, la mano del evangelista San Juan se encuentran los siguientes:

1) El primero y más obvio es la frase inicial de 2,1: "Al tercer día..." Este comienzo tiene sentido sólo en el contexto más amplio de los acontecimientos precedentes, narrados en el cap. 1.

Así pues, la expresión "al tercer día" conecta con la conclusión del encuentro de Jesús con Natanael, donde éste recibe la promesa de que verá cosas más grandes (1,50), las cuales acaban siendo descritas como una epifanía del Hijo del Hombre (1,51). En el contexto inmediato, por tanto, "al tercer día" completa el relato de la llamada a los primeros discípulos'". La promesa de que los discípulos verán al Hijo del Hombre en toda su gloria se empieza a cumplir con la primera señal de Caná

2) Las referencias a "la madre de Jesús" (2,1.3-5) reflejan tanto la manera de hablar de Juan como su visión teológica general.

* El sorprendente modo de referirse a María el cuarto evangelista es único en el NT. Entre los autores neotestamentarios que la mencionan, sólo Juan se abstiene sistemáticamente de nombrarla. En su evangelio, María es siempre "la madre de Jesús" (2,1.3) o "su madre" (2,5.12; 6,42; 19,25-26 [a veces, sin que aparezca "su" en el texto griego]) o, finalmente, "tu madre" (19.27, cuando Jesús la confía al discípulo amado)

No parece verosímil que el cuarto evangelista ignorase el nombre de la madre de Jesús, puesto que conoce el de su padre putativo, José (1,45; 6,42), y en 19,25 nombra a más de una de las mujeres que están junto a la cruz en el Gólgota (aunque, curiosamente, no a María, que se encuentra también en ese grupo). De hecho, habida cuenta de que la expresión "su madre" puede aparecer en los mismos versículos en que se nombra a José (6,42) o bien a otras mujeres (19,25), es casi seguro que, por alguna razón teológica o simbólica, Juan suprime a propósito el nombre de María y se refiere a ella con una expresión que empieza a parecer una especie de fórmula o título.

Refuerza esta impresión de que se trata de alguna referencia estilizada y simbólica a la función de la madre de Jesús en el cuarto Evangelio el modo de dirigirse a ella su hijo. Respondiendo a su observación en el v. 3 de que falta vino, Jesús, pregunta en el v. 4: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora». Aquí, la palabra "mujer" no constituye, por supuesto, un tratamiento despectivo ni una negativa airada, puesto que Jesús la utiliza al dirigirse a mujeres en otros pasajes de Juan, en todos los cuales llama a una fe inicial o más profunda: la samaritana junto al pozo, en 4,21; María Magdalena junto al sepulcro vacío, en 20,15, y (en una adición posterior) la mujer adúltera, en 8,10. Sin embargo, fuera del cuarto Evangelio, no hay en el AT ni en el NT ningún caso en que un hijo se dirija a su madre biológica llamándola simplemente "mujer". Si se tiene en cuenta este extraño tratamiento, más la omisión sistemática del nombre de María en favor de la expresión formal "la madre de Jesús", la conclusión natural es que el evangelista intenta sugerir algún tipo de relación simbólica entre Jesús y su madre''.

* Además, es sumamente significativo que, dentro del cuarto Evangelio, tanto la persona de María como la peculiar combinación del título de "la madre de Jesús" (o "su madre") con la palabra "mujer" utilizada por su hijo para dirigirse a ella aparezcan solamente en el primer milagro de Caná y en la reunión junto a la cruz en el Gólgota. En otros términos, Juan, de manera deliberada, ha introducido y limitado "la madre de Jesús" a una perícopa del principio y a otra del final de la vida pública de Jesús: la señal" de Caná, que marca el comienzo de su ministerio, y la escena junto a la cruz, inmediatamente anterior a su muerte.

Por la correspondencia teológica entre ambas escenas se ve claramente que el evangelista buscaba más que una simetría literaria. En Caná, la razón por la que Jesús se distancia a sí mismo y su intención de la implícita petición de su madre es que todavía no ha llegado su hora. En el Evangelio de Juan, aunque frases como "está llegando una hora, mejor dicho, ha llegado ya" pueden aludir de un modo general a la escatología realizada que la encarnación y revelación de Jesús introducen en el mundo (v. gr., 4,21.23; 5,25), expresiones más precisas, como "mi hora'', "su hora", "la hora" y "esta hora" (i. e., la hora de Jesús) suelen hacer referencia a la "glorificación" de Jesús mediante su muerte en la cruz (7,30; 8,20; 12,23.27; 13,1; 17,1)220.

Así pues, en el primer milagro de Caná, Juan ha construido cuidadosamente una referencia teológica a otro punto de su Evangelio.

La madre de Jesús es mantenida en cierto modo a distancia ("¿Qué tengo yo contigo?") porque todavía no está cerca la decisiva hora de la cruz (2,4). De acuerdo con este planteamiento teológico, a partir de 2,12 ella desaparece de la narración y no la volvemos a encontrar hasta la reunión junto a la cruz (a diferencia de los incrédulos hermanos de Jesús, mencionados de nuevo en 7,3 - 10.

Entonces (19, 25 - 27), en una dramática escena inmediatamente anterior a la muerte de Jesús, es reintroducida como "su madre". El hijo se dirige a ella llamándola "mujer" y la confía al discípulo amado (por tanto, simbólicamente, también a la tradición y memoria de la comunidad joánica). Esta descripción de la madre contrasta con la de los hermanos de Jesús, que no vuelven a ser llamados a escena para su "rehabilitación" después de haber sido presentados negativamente como incrédulos 7, 3 - 10.

Resumiendo: en el primer milagro de Caná, la curiosa manera de ser mencionada María y de dirigirse su hijo a ella, la distancia que Jesús establece entre ambos por el momento, así como su modo de apuntar al lugar de su madre junto la cruz, sólo tienen sentido dentro del contexto general del Evangelio de Juan. En otras palabras, la forma de mencionar y de llamar a María, su función teológica y simbólica y su diálogo con Jesús en el primer milagro de Caná parecen proceder de la composición global del cuarto Evangelio y no de la tradición.

3) La función teológica de la madre de Jesús en este relato concuerda con una configuración teológica más amplia que también parece obra del evangelista. Muchos estudiosos se quiebran la cabeza tratando de averiguar por qué María, pese a lo que a primera vista parece un rechazo por Jesús de la petición aparentemente implícita en su comentario (2,4), manda a los sirvientes que hagan lo que Jesús les diga (v. 5), y por qué él, obedientemente, ofrece la milagrosa ayuda que antes, en el v. 4, parecía haberse negado a prestar.

A veces, esta tensión del relato entre la inicial negativa de Jesús y su concesión posterior se explica como resultado de la tensión entre la tradición heredada y la redacción efectuada por el evangelista. Aunque tal explicación no puede desecharse sin más, toda esa extraña manera de proceder puede explicarse más fácilmente en conexión con la pauta literaria y teológica seguida por el evangelista en otros pasajes. Para entender esa serie de reacciones debernos recordar que, según la alta cristología del Evangelio de Juan, Jesús siempre lo sabe todo y mantiene la iniciativa –incluso en su pasión y muerte – haciendo gala de su soberanía y poder divinos. Por eso, en diversos relatos de milagros del cuarto Evangelio, Jesús lleva a cabo el hecho taumatúrgico sin que nadie se lo haya pedido o ni si quiera espere de él tal beneficio: véase, por ejemplo, la curación del paralítico junto al estanque de Betesda (5,1-9)

Jesús parece, al principio, negarse brusca y secamente a la intervención taumatúrgica. De este modo mantiene bajo su control el devenir de los acontecimientos y muestra que, lo que haga, lo hará de acuerdo con los "tiempos" y fines de su misión, la cual, en definitiva, está dirigida por la voluntad de su Padre (cf. 4,34; 5,30; 6,38-40; 7,2-10).

Así deja claro que, cuando concede un milagro, lo hace como y cuando quiere, con inimaginable generosidad y con un especial simbolismo teológico que va mucho más allá de la primera intención del peticionario.

En el primer milagro de Caná ya hemos observado los elementos que acabamos de señalar:

a) En el v. 3, María hace la petición de modo implícito: «No tienen vino».
b) En el v. 4, Jesús parece rechazar la petición: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora».
c) En el v. 5, ante esta aparente negativa, María sigue creyendo que Jesús hará algo por ayudar; por eso dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
d) En los vv. 7-8, Jesús accede a la petición, pero con una sobreabundante donación de excelente vino que simboliza la irrupción, en el momento presente, del tiempo final. Es una efusión del vino del banquete mesiánico, con la que se trascienden las instituciones rituales del judaísmo, simbolizadas por el agua de purificación que ha sido convertida en vino.

Como es habitual en Juan, la realidad física descrita (en este caso, el sobreabundante suministro de vino a un banquete de boda) simboliza una realidad espiritual, escatológica, más elevada. No se necesita buscar mucho en el AT para entender el simbolismo. Puesto que la abundancia de vino en el tiempo de la cosecha (al término del año) es un símbolo natural de "la alegría al final", los profetas veterotestamentarios utilizaron la imagen del vino abundante para simbolizar la alegría de los "días finales", cuando Yahvé imprimirá un giro de ciento ochenta grados a la condición pecadora y triste de su pueblo(cf. Am 9,13-14; Is 25,6-7; Jr 31,12-14). El mismo tema se encuentra en los pseudoepígrafos del AT, incluido el pasaje precristiano de 1 Hen 10,19. De hecho, el Apocalipsis siríaco de Baruc, escrito más o menos en la misma época que el cuarto Evangelio, se recrea en la descripción de la gran cantidad de vino disponible en el tiempo final: «Cada vid dará mil tallos; cada tallo, mil racimos; cada racimo, mil uvas; cada uva, un cor de vino» (3 Bar 25, 5)

No resulta sorprendente que, además del tema de Yahvé ofreciendo vino y alegría a Israel en el tiempo final, encontremos una imagen veterotestamentaria de Yahvé relacionada con la anterior: la de verdadero novio de Israel, que se regocija con su novia en el banquete de boda del tiempo final (Is 54,4-8; 62,4-5) 229. Conviene observar que en tales pasajes del AT es siempre Yahvé, y no una figura humana "mesiánica" quien aparece descrito como novio o esposo de Israel (cf. también Os 1-2; Jr 2,2; 3,1-12; Ez 16; 23). Es en el NT donde encontramos la figura mesiánica de Jesús ocupando el puesto de Yahvé como el novio que se casa con el pueblo de Israel en los días finales. El libro del Apocalipsis, un escrito relacionado de algún modo con el ámbito de la teología joánica, expresa el regocijo del «banquete de boda del Cordero [Jesús muerto y resucitado)» (Ap 19,9). Adecuadamente, la novia del Cordero es la Iglesia, que llama a su novio (19,7; 22,17). De manera similar, Mateo, en su parábola sobre las vírgenes prudentes y las necias (25,1-13), presenta a Jesús como el novio que va en busca de su pueblo en la parusía. El mismo evangelista convierte la parábola de Q sobre la gran cena (cf. Lc 14,15-24) en un banquete de boda escatológico, que Dios, el Rey, organiza para su hijo (Mt 22,1-14). Ya hemos visto cómo lo que en principio era una metáfora sobre una alegre boda fue transformado por la tradición cristiana en una alusión a la presencia y posterior ausencia de Jesús, el novio, a causa de su pasión y muerte (Mc 2,19-20). La carta a los Efesios, aun sin utilizar la palabra "novio", convierte la unión de Cristo y su Iglesia en el arquetipo y ejemplo del amor entre los esposos dentro del matrimonio cristiano (Ef 5,22-33). Por eso, la transferencia de la imagen del novio desde Yahvé al Mesías parece muy en línea con la teología cristiana del siglo I.

Interesa observar que, pese a todas estas imágenes sobre el novio, es en el cuarto Evangelio donde se da el único caso, dentro de un relato evangélico, en que una figura histórica se refiere directamente a Jesús como el novio de Israel. En 3,27-30, Juan Bautista rechaza con firmeza las quejas de sus discípulos, envidiosos del gran éxito del advenedizo Jesús, cuya "carrera" el mismo Bautista ha contribuido a "lanzar". Juan recuerda a sus discípulos que él es sólo un testigo del Mesías, no el Mesías mismo (v. 28). Luego, en una obvia referencia al Mesías y a Israel, su pueblo, dice Juan (v. 29): «A la novia [Israel] la tiene el novio [Jesús]. El amigo [Juan Bautista] del novio, que está junto a él y lo escucha, se alegra mucho de oír la voz del novio».

A la luz de esta directa identificación de Jesús con el novio de Israel en Jn 3,29 (así como las imágenes relacionadas con ella presentes en el libro del Apocalipsis) parece posible que el primer milagro de Caná lleve implícita la idea de Jesús, el novio, presentándose en un banquete nupcial para reclamar a su novia. El banquete de boda mesiánico, que Mateo y el libro del Apocalipsis sitúan en la parusía, Juan lo ve hecho ya realidad desde el mismo comienzo del ministerio, como es típico de su escatología realizada.

Este énfasis en el simbolismo de Jesús como novio (o esposo) podría arrojar luz sobre una faceta desconcertante del primer milagro de Caná. En él, como hemos visto, las palabras del maestresala, con su elogio del vino de última hora (escatológico), sirven casi de aclamación al final (2,10). Lo extraño es que Jesús parece haber desaparecido de escena. El maestresala dirige su comentario laudatorio no a él, sino a un anónimo novio en el v. 9), que hasta entonces no ha desempeñado ningún papel en el relato y que, de pronto, en el momento culminante, hace acto de presencia para recibir la aclamación del maestresala: «Todo el mundo sirve primero el vino de calidad... Pero tú [enfático en el texto griego] has guardado el buen vino hasta ahora». Este "hasta ahora" refleja la escatología realizada de Juan; ahora, en este tiempo de la encarnación y revelación del Hijo de Dios sobre la tierra, el vino abundante del tiempo final está siendo servido en el banquete de boda mesiánico Dado el sentido simbólico de esta aclamación final con su "hasta ahora', y a la vista del simbolismo mesiánico del novio en otros lugares de Juan y del NT encuentro verosímil que el evangelista haya tratado de simbolizar a Jesús con el silencioso novio al que va dirigida la aclamación del momento culminante del relato. Es de Jesús de quien verdaderamente se puede decir: «Tú has guardado el buen vino [un semitismo: el adjetivo "bueno", empleado en grado positivo en lugar del superlativo] de la vida de Dios hasta ahora», hasta estos días escatológicos de tu encarnación, cuando revelas tu gloria mediante tus señales y tus discípulos creen en ti (v. 11).

Se nos dice que el maestresala «no sabía de dónde era el agua convertida en vino [i. e., la procedencia del vino], se hace ya patente en este simple detalle, hay en él algo más profundamente teológico. En otros lugares del Evangelio, la expresión "de dónde" funciona como clave del origen divino y celestial de Jesús. La teología de Juan afirma que Jesús vino del cielo por medio de la encarnación (su "de dónde") y que al cielo volverá por el camino de la cruz (su "adónde"). Conocer el verdadero origen de Jesús (su "de dónde"), y por tanto el carácter divino de su naturaleza y de su don, es tanto como creer y tener vida eterna, mientras que no conocerlo equivale a estar ya condenado.

En el "ahora" del tiempo final, inaugurado mediante la encarnación del Hijo de Dios, Jesús puede dar el banquete de boda escatológico, al que él mismo, el novio mesiánico, acude a reclamar a su novia, Israel. El superabundante don de vida de Dios (= el Espíritu) es derramado con profusión para los creyentes bajo el símbolo de la copiosa cantidad de buen vino.

El agua de esas tinajas servía para ritos de purificación judíos, y puesto que es concretamente el agua de esas tinajas lo que Jesús convierte en vino bueno y abundante (el don de vida de Dios en el tiempo final), la conversión del agua en vino podría simbolizar para el evangelista la sustitución del judaísmo por el cristianismo'.

Jesús, introduce toda una serie de acciones y discursos suyos que subrayan la sustitución de la religión judía. Ya en los caps. 2-4 sustituye el templo de Jerusalén por su cuerpo (crucificado y resucitado: 2,13-22), y los santuarios de Jerusalén y del monte Garizín por la adoración en Espíritu y en verdad (4,20-26)

La conversión del agua destinada a la purificación judía en el buen vino del tiempo final parece concordar con el tema joánico de la sustitución del judaísmo por el cristianismo. Este tema, claramente polémico, tiene perfecto sentido hacia el final del siglo 1, cuando la iglesia de Juan, que al principio había estado a gusto dentro de la sinagoga judía, ha pasado por una ruptura traumática con el judaísmo y está ya expresando su nueva identidad como un pueblo separado. Con una mirada teológica retrospectiva, el evangelista ve ahora esa ruptura como obra del mismo Jesús, quien, simbólicamente, lleva a cabo la sustitución del judaísmo por la Iglesia durante su vida encarnada.

En 2,11, el evangelista emplee por primera vez el verbo "creer" en relación con los discípulos que Jesús ha reunido. Tras haber visto su gloria revelada en la primera señal, «sus discípulos creyeron en él». Se puede apreciar, pues, cómo 2,11 sirve de bisagra, concluyendo, por un lado, la reunión de los primeros discípulos, que ya creen y, por otro lado, dando comienzo a la serie de señales que revelarán progresivamente la gloria de Jesús y llevarán a los discípulos a una fe más profunda.

Pues bien, el problema es que nada indica que, en tiempos de Jesús, existiese en los banquetes nupciales de la Palestina judía una figura tan complicada como el architriclino de Juan. Los escasos paralelos hallados en la literatura rabínica, aparte de no ser en realidad equivalentes, pertenecen a tiempos posteriores.

Su función no parece haber existido históricamente en la Palestina judía del siglo 1. Se podría alegar que pudo ser introducida por la cultura helenística, presente en esa región ya en tiempos de Jesús. Pero la boda se desarrolla en un pueblo de los montes de Galilea, no en Jerusalén ni en Séforis. Parece poco probable que la cultura helenística hubiese llegado a la "Palestina profunda" y, más improbable todavía, que hubiese introducido la función del architriclino, sobre todo porque las fuentes judías no la reflejan y sí, en cambio, otros aspectos de esa cultura.
4) Un problema similar surge de la norma o máxima, supuestamente de conocimiento general, que el maestresala cita al novio (2,10): «Todo el mundo sirve primero el vino de calidad y, cuando ya están [los invitados] bebidos, el inferior». Luego, contrasta este modo de proceder con el del novio ("pero tú..."). A pesar de la impresión creada por el v. 10, no hay forma de constatar que, en la antigua sociedad grecorromana ni en la judía, existiera esa norma o máxima sobre los convites. Además cuesta concebir que, si en efecto existió, fuera aplicada en una boda campesina de un pueblo de los montes de Galilea.

No se puede evitar la impresión de que esta supuesta norma o costumbre, dudosamente aplicable en el caso de una celebración nupcial en un pueblo de los montes de Galilea, es una creación ad hoc que el evangelista ha realizado atendiendo a sus fines teológicos. Alude de manera alegórica al "buen vino" de la revelación de Jesús, que es reservado para el tiempo final, llegada ya a su conclusión la economía veterotestamentaria. De ser así, las palabras que la problemática figura del maestresala dirige a ese novio quizá alegórico constituyen, obviamente, una expresión de la teología joánica y, más en concreto, de una teología de sustitución.

También parece extraña la presencia de tantas y tan grandes tinajas de piedra en una casa de un pequeño pueblo de los montes de Galilea, ya estuviesen en el interior o fuera. En general, tampoco deja de sorprender la abundancia de sirvientes (pues muchos tenían que ser para cumplir con alguna prontitud la orden de llenar las tinajas) bajo la dirección de un maestresala.

¿Podemos considerar todo esto como verosímil en una boda pueblerina galilea? ¿No será que el evangelista ha importado un escenario grecorromano, con el que estaba familiarizado?.

5) Conclusión

En suma, cuando a estas dificultades de tipo histórico se añaden los numerosos rasgos literarios y teológicos joánicos que aparecen a lo largo del relato es difícil identificar un "núcleo narrativo" o "acontecimiento medular" susceptible de remontarse al Jesús histórico. En otras palabras: si sustraemos del primer milagro de Caná cada elemento que podría ser creación de Juan o de la "escuela" joánica y cada elemento sospechoso en cuanto a su historicidad, los once versículos de la perícopa se desvanecen ante nosotros, uno tras otro. Muchos críticos buscan el origen del relato en la "escuela" o "círculo" que suele relacionarse con el cuarto Evangelio. Yo me inclino a pensar que el relato fue creado por el mismo Juan utilizando diversos temas tradicionales.

Con esto no niego la historicidad de un pueblo llamado Caná de Galilea (varios lugares se disputan el honor serlo), ni que Jesús estuviese alguna vez allí, incluso como invitado a una boda durante su ministerio público (aunque no hay noticia de tal evento en ningún otro lugar de los cuatro Evangelios).

Pero si se me pregunta si hay suficientes indicios de que en Caná de Galilea el Jesús histórico obró realmente algún hecho asombroso relacionado con agua y/o vino y que los discípulos considerasen como un milagro, la respuesta ha de ser negativa.

Thursday, January 25, 2007

CC - TNavidad - María, madre Dios (EduardoA)

Eduardo Abad, Escolapio

1ª lectura: Números 6, 22-27
2ª lectura: Gálatas 4, 4-7
3ª lectura: Lucas 2, 16-21


Estrenamos hoy un nuevo año civil: 2007. Y lo comenzamos bajo el signo de la VIDA y del AMOR. Y esa vida y este amor sólo se desarrollan en un clima de PAZ. La guerra mata la vida y engendra no-vida, odio, que es la negación del amor.

"Cuando llegaron a Belén los pastores,-nos ha dicho el Evangelio de hoy-, descubrieron a María, a José y al Recién-nacido".

"El Recién-nacido" es el signo de una VIDA NUEVA. Una vida nueva es una vida a estrenar, es algo apasionante y maravilloso. En cada nueva vida que nace hay una nueva posibilidad, jamás vista. La vida es algo grande, algo prodigioso, un misterio. Todo un mensaje, pues, al comenzar el año civil. AÑO NUEVO. VIDA NUEVA.

¿Apostaremos nosotros por una vida nueva? La comunidad parroquial, la comunidad cristiana en la que vivo, se ha preparado durante el adviento, ¿verdad? ¿Para qué? Para vivir e interiorizar el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios; la Navidad, decimos. Todo nuevo, como un recién-nacido. Y así, este año, queremos y nos comprometemos a llevar en esta comunidad cristiana en la que vivo, una vida nueva por el mayor respeto y admiración y por el buen nombre de mi hermano, de mi prójimo. Nada, pues, de murmuraciones y críticas.

Vida nueva por el amor y generosidad con el hermano más necesitado, dándole un poco de mi tiempo, escuchándole, aunque me canse, porque siempre me repite lo mismo, sobre todo cuando se trata de personas ancianas.

Nada, pues, de egoísmos: todo para mí y sólo yo. Vida nueva por el perdón y comprensión con los que me aceptan con dificultad. Nada de resentimientos, ni rencores. Vida nueva por la esperanza e ilusión de esta etapa de mi vida: niño, adolescente, joven, adulto, anciano, donde me encuentre, pues donde me encuentro será siempre la mejor etapa de mi vida.

Así se vive mejor, y mejor salud corporal, psíquica y espiritual se tiene. Y eso está en nuestras manos. Solo tenemos que abrirlas para recibir ese don de Dios, que es la PAZ.

"Los pastores descubrieron a María y a José y al “recién-nacido” Descubren, pues, una FAMILIA. Y la clave y el fundamento de la familia es la MADRE. Descubren a una madre tierna y amorosa con su recién-nacido. Dios se nos revela en la imagen de una mamá, porque Dios ama como una madre. Mejor dicho, las madres, si son verdaderamente madres, aman como Dios, porque Dios sobrepasa el amor de las madres, como Él mismo nos lo ha manifestado: "aunque la madre llegara a olvidar a su hijo, yo, el Señor, nunca, nunca me olvidaré de ti”.

La madre es lo que más se parece a Dios. Es lo más perfecto, en este mundo, del amor. Por eso Dios mismo quiso para nacer una MADRE. Y hoy, al estrenar el año, la Iglesia celebra y nosotros con ella, la solemnidad de la Maternidad divina de María.

La madre, lo que ella conlleva y supone es una gloria, un orgullo y una gran responsabilidad. Es la mayor grandeza de la mujer. Tiene la capacidad de transformar la simple materia biológica en “cuna” para una vida personal y humana, cuya dignidad es el fundamento de la convivencia y de la paz. “La persona humana, corazón de la PAZ”.

Por eso la mujer-madre es la mejor educadora para la convivencia pacífica en el hogar y la forjadora de la paz en la Comunidad de Naciones, que no encuentra la paz, ni logran hacerla, porque la Paz no se hace, se vive. - Recordad por un momento las masacres de Ruanda y Burundi, Sudán, Bosnia, Chechenia, Palestina, Israel, Chapas, Irak, Afganistán, Indonesia - y un largo etcétera… porque no respetan la dignidad de la mujer y manipula a su antojo su maternidad, con abortos fomentados y justificados, esterilizaciones compradas por un dólar, preservativos y anticonceptivos regalados…

Una verdadera anulación de la mujer como mujer, como se vivió en la Conferencia internacional sobre la mujer en el Cairo: "la mujer es una cosa bella. La mujer es el mejor instrumento de placer; hay que evitar las consecuencias naturales del embarazo" El embarazo es una "enfermedad". Y a esto le llaman con eufemismo: "liberación de la mujer".

Estrenamos, pues, el año bajo el signo de la VIDA y del AMOR; de un Recién-nacido, de una vida nueva, una vida que se abre. Y de una Madre, de un amor. Una madre da la vida. Una madre es vida. Cada vez que un hombre, cada vez que un joven no respeta a una mujer, muere un poco de vida en el mundo. Uno es entonces un homicida de la vida y del amor.

Por eso la Paz es la condición para que se desarrolle el amor y que el amor pueda así engendrar la vida. De ahí que al comenzar el año bajo el signo de la vida (el Recién-nacido) y del amor (la Maternidad de María, que descubrieron los pastores), sentimos la necesidad de gritar por la PAZ. Sentimos la necesidad de celebrar hoy también la Jornada Mundial de la Paz, que instituyó Pablo VI en 1968, y que el Papa, Benedicto XVI quiere que la celebremos con la reflexión del lema de este año: LA PERSONA HUMANA, CORAZÓN DE LA PAZ.

La Madre de Dios, como Madre de la Iglesia, como Madre de nuestra comunidad cristiana, que llene de Paz el corazón de cada uno de nosotros, mediante la virtud de la Justicia, que es el fundamento de la Paz, que no es ausencia de discordias y peleas, sino reconocimiento de la dignidad de mi hermano y aceptación de SU PERSONA TAL CUAL ES: con sus ideas, costumbres, cultura, etnia o nacionalidad, con sus limitaciones, achaques y rarezas.

También, Paz conmigo mismo, tal cual soy, aceptando mis limitaciones, mi temperamento, el mal carácter que he forjado, mis debilidades de todo tipo. Paz con los hermanos, con mi prójimo, queriéndolos como son. Paz con Dios, que es el que más me quiere, que la vida, toda ella, me dio.

Que la paz de esta comunidad parroquial, de esta comunidad religiosa o cristiana, el respeto y la ayuda mutua y fraternal sean la mejor predicación para cuantos conviven con nosotros en el barrio, en la ciudad y que sospechen y reconozcan que somos cristianos por la paz en que vivimos, por el amor que nos tenemos y los tenemos. “Mirad cómo se aman”, que decían de los cristianos durante el Imperio romano.
Que abramos ahora nuestros corazones para recibir en esta Eucaristía, que vamos a celebrar al "Príncipe de la Paz".

AMEN.

Edu, escolapio

Friday, January 12, 2007

CC - TNavidad - Bautismo de Jesús (Eduardo A)

MI BAUTISMO:

1 - Lava, limpia, perdona todos mis pecados: - REDENCIÓN
2º - Nueva Vida: de la humana y terrestre a la divina y celeste: - SALVACIÓN


"Se abrió el cielo y vio, Juan el Bautista, que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre El", y "porque Dios está con El", pasa por tu vida,

"haciendo el bien".

Y nos dirá: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación, y haced discípulos a todas las gentes BAUTIZÁNDOLAS en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. El que crea y sea bautizado, se salvará. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 18b-20 – Mc. 16, 15-16)

No olvides que en el BAUTISMO, el signo material que nos dejó, Jesucristo en el Jordán, de toda esta realidad trascendente que se nos ofrece, fue y es EL AGUA, que significa y da los efectos del Agua: Limpia y da Vida.

EL AGUA: - LIMPIA: por el agua quedas LIMPIO de tus pecados.

Te REDIME de tus culpas

- DA VIDA: la planta mustia, a punto de morir, vuelve a la Vida , a su vitalidad, por el agua con que la riego
- Por el agua del BAUTSIMO, me SALVAN de esta vida humana terrena y se me ofrece una NUEVA VIDA, una manera diferente de vivir, ya no humana y terrena, sino Divina y Celestial, siendo de la familia de Dios: HIJO DE DIOS.


1ª lectura: Isaías 42, 1 - 4. 6 - 7
2ª lectura: Hechos 10, 34 - 38
3ª lectura: Lucas 3, 15 - 16 - 21 - 22

Hemos celebrado los cristianos la Navidad y la Epifanía, conocida esta última con el nombre popular de fiesta de los Reyes Magos. Celebrar la Navidad y la Epifanía es querer, fundamentalmente, revivir esos misterios, esas verdades reveladas por Dios a la Humanidad para que sea Humanidad, para que tú, hombre o mujer, seas hombre o mujer, seas persona, y siendo lo que Dios te hizo, te encuentres finalmente contigo, con lo que eres y en ti, te encuentres a El. “Regnum Dei intra vos est”. El Reino de Dios está dentro de vosotros. Porque en el fondo eso es lo que tú y yo y todos andamos buscando: a nosotros mismos y a Dios.

Navidad es el misterio de Dios, encarnándose, haciéndose hombre entre los hombres, como uno de tantos. Como cualquier hombre y como todo hombre nació de una "mujer". Nació en una tierra, Palestina. Lo contempló el pueblo judío. Pero no nació sólo para el pueblo judío. El pueblo judío sirvió en los planes de Dios para ser el mediador, el introductor de Dios en la Humanidad, quedando constituido ese pueblo de Israel en un como Pedagogo, en una especie de maestro para enseñar lo que Dios revelaba a la Humanidad a través de la historia del pueblo de Israel, que se convertía así en paradigma de la Humanidad.

Jesús, el Hijo de Dios, nació para todos y por todos. Nació para manifestarse a todo ser humano y enseñarle a ser lo que Dios le hizo: un ser racional, un ser “loquens”, dialogante y responsable.

Al nacer se manifestó como "ser humano", como "rey" y como "Dios" a unos magos, extranjeros que eran al pueblo judío, como tú y como yo. Y le reconocieron como Hombre, porque le vieron con su Madre, como cualquier niño, como nuevo rey, porque le sintieron más servidor, que señor; y como a Dios lo adoraron, pues “cayendo de rodillas, le adoraron”. Mirra, oro e incienso le ofrecieron.

La fiesta de los Reyes Magos, que hemos celebrado, es una epifanía, es el símbolo de toda manifestación de Dios en cada hombre. Todo ser humano busca primero ser hombre o mujer, ser persona. Necesita después "alguien", que lo reconozca como tal para salir del anonimato, de la masa y a la vez, que lo guíe en su vida y lo lleve a lo que busca afanosamente de una o de otra manera. Lo que siempre busca, aun sin saberlo, pero quizás sospechándolo, cuando ha llegado a la plenitud de su vida, de su ser, es el encuentro con el absoluto de Dios. Así lo buscan, a veces en un éxtasis como de locura: pintores, literatos, músicos… monjes.

Pero esa primera manifestación de Dios encarnado “como hombre, como rey y como Dios” no es suficiente para calmar los temores, que todo corazón humano vive; ni es suficiente para llenar sus esperanzas. Busca seguridades y luces en su camino. Y hoy, con la fiesta del Bautismo de Jesucristo, se nos manifiesta como Salvador y Bienhechor para saciar nuestras ansias y apaciguar nuestros temores, porque se nos revela lo que quiere Dios al enviarnos a su Hijo, a su emisario, a su gran Servidor: Siervo de Dios, que es título mayor del mayor Enviado.

Isaías en la primera lectura nos revela lo que quiere Dios y para qué envía a su Hijo y para qué se encarna su gran Siervo: "Mirad a mi siervo, mi elegido, Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones". Viene, pues, para que el hombre tenga su derecho, su derecho de ser hombre, que nadie se lo quite, "sea de la nación que sea", o del color o condición social, económica, casta o etnia, como nos lo ha dicho San Pedro en la segunda lectura: "Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo reverencia y practica la justicia, sea de la nación que sea". Viene, pues, a salvarnos. No nos basta con llegar a ser hombres, necesitamos y aspiramos a más, mucho más: salvarnos, en primer lugar, de todas las limitaciones que en el hombre encontramos en su naturaleza degradada por el pecado.

La Nochebuena pasó. La Navidad queda. Queda Cristo, encarnado en nuestras esperanzas, en nuestras ilusiones, en nuestras ansias de superación del hombre natural, que somos. Este Cristo encarnado se queda con nosotros y "no gritará, no clamará, no voceará por las calles", como si fuera un líder de un partido político. Todo lo hace con discreción, sin publicidad, en un gran silencio, porque "el bien no hace ruido y el ruido no hace bien".

Abre bien los ojos y ten los oídos atentos, porque estará siempre a tu lado, no para condenarte, sino para salvarte, así nos lo ha dicho y afirmado: la caña cascada no la quebrará, el pabilo o mecha humeante no lo apagará". Maravillosa revelación para toda tu vida. Por eso, el cristiano es siempre hombre de esperanza, aunque haya quebrado su vida por el pecado y haya casi apagado su luz por sus ideas tenebrosas. Ojalá, lo supieran tantos hombres, tantos jóvenes desesperanzados, porque creen que sus vidas tronchadas, ya no tienen solución, ni sentido, ya no tienen ningún remedio, ni compostura, ya no hay para ellos salvación. Y resulta que Dios se la mantiene entera.

Dios, a su Hijo Encarnado, Jesucristo: "le ha hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones". Cristo es nuestra alianza con Dios, nuestro mejor aliado, es nuestra luz. Nos abrirá los ojos para que no seamos ciegos, nos sacará de la cautividad, de la prisión de nuestras bajezas, de nuestros pecados. Porque este Jesús de Nazaret, que nos acompaña, que se queda con nosotros, encarnado en la vida, en la sociedad y en la Eucaristía, posee la fuerza del Espíritu Santo, como se manifestó prodigiosamente en su Bautismo: "se abrió el cielo y vio, Juan el Bautista, que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre El", y "porque Dios está con El", pasa por tu vida, "haciendo el bien".

Y nos dirá: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación, y haced discípulos a todas las gentes BAUTIZÁNDOLAS en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. El que crea y sea bautizado, se salvará. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 18b-20 – Mc. 16, 15-16)

No olvides que en el BAUTISMO, el signo material que nos dejó, Jesucristo en el Jordán, de toda esta realidad trascendente que se nos ofrece, fue y es EL AGUA, que significa y da los efectos del Agua: Limpia y da Vida.

* EL AGUA: - LIMPIA: por el agua quedas LIMPIO de tus pecados.

* Te REDIME de tus culpas.

* - DA VIDA: la planta mustia, a punto de morir, vuelve a la Vida, a su vitalidad, por el agua con que la riego.

* - Por el agua del BAUTSIMO, me SALVAN de esta vida humana terrena y se me ofrece una NUEVA VIDA, una manera diferente de vivir, ya no humana y terrena, sino Divina y Celestial, siendo de la familia de Dios: HIJO DE DIOS.

Hoy, pues, en esta manifestación de salvación, que calma nuestros temores por muchas miserias y pecados que tengamos y que llena nuestras esperanzas, le tenemos que decir y dar gracias. Decir gracias con nuestra oración, con la plegaria Eucaristía, que vamos a celebrar. Y darle gracias con las buenas obras que hagamos estos días. Y la primera buena obra que hagamos, que sea no guardar para nosotros esta alegría, esta esperanza, este sentido de nuestra vida debido a esta gran manifestación o revelación, sino que la demos a conocer a los demás con nuestros servicios gratuitos, nuestra ayuda generosa y nuestra bondad sin límites.

AMÉN
Edu, escolapio

CC - TAdviento - Epifanía (EduardoA)

GRAN MANIFESTACIÓN

1ª lectura: Isaías 60, 1-6
2ª lectura: Efesios 3,2-3ª.5-6
3ª lectura: Mateo 2, 1-12

"¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?" - REY

"Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre¨ - HOMBRE

"y cayendo de rodillas lo adoraron¨ - DIOS

TELÓN DE FONDO / MARCO REFERENCIAL

para mejor comprender las enseñanzas de la EPIFANIA.


Tres tiempos, tres actos de una misma pieza de teatro, tres misterios. Eso es el Año Litúrgico y eso es nuestra Vida Cristiana

El primer tiempo y primer misterio se llama y es
la ENCARNACIÓN: El hijo de Dios que se encarna, que se hace hombre para que Dios pueda amar a “ese hombre” con amor divino, que es amor infinito. Y así perdonarnos primero, y perdonados de nuestras rebeldías, darnos después una nueva vida, una vida de hijos adoptivos de Dios.

Segundo tiempo y segundo misterio es
la RESURRECCIÓN del Hijo de Dios, que nos abre así la esperanza a esa nueva vida: resucitados, por en Dios no hay muerte. Y el ser humano, divinizado, ya no puede morir. “Vita mutatur, non tollitur” La muerte ya no es el final. “Tú nos dijiste que la muerte no es el final del camino…”

Tercer tiempo y tercer misterio es
la venida o invasión de todo el amor de Dios sobre la humanidad entera. A esa plenitud del amor de Dios sobre los seres humanos le llamamos Espíritu Santo. También Pentecostés, y Paráclito o “defensor” para que ya no tengamos miedo.

Durante esta semana vamos acabar de vivir ese misterio de la ENCARNACIÓN con la EPIFANÍA DEL SEÑOR y su BAUTISMO

El “hijo de Dios se ENCARNA”. Pero ¿quién es, en realidad de verdad? Y se nos manifiesta (epifanía) como un HOMBRE, hombre. Tiene la impronta de REY. Es DIOS.

Este ese el broche de oro de ese gran misterio de NAVIDAD, que descubrimos a través de los relatos de la Adoración de los Magos de Oriente; del Bautismo de Jesús; y de las Bodas de Caná.

Navidad es uno de los misterios, que son quicio, alrededor del cual gira una concepción liberadora y salvadora de lo que es ser hombre.

Cristo se encarnó para mostrarnos el modelo de hombre perfecto, tal como salió de las manos de Dios creador.

Pilatos no se equivocó al presentar a Jesucristo ante la multitud, que pedía su muerte, diciendo y proclamando: "Ecce homo", es decir, aquí tenéis al "verdadero hombre"; éste sí que es un "hombre", aunque no tenía aspecto humano, deshecho como estaba por los azotes brutales que le habían dado.

La segunda persona de la Trinidad de Dios corre la aventura de hacerse hombre para enseñar al hombre lo que verdaderamente es ser hombre. Y la Iglesia tiene prisa en comunicarlo, porque Dios se muere por decirlo. Anunciarlo no solo a un pueblo, a una raza, sino a través de una raza y un pueblo quiere gritarlo a todas las razas y a todos los pueblos. No caben tribalismos, ni nacionalismos, mazmorras de pueblos.

Una vez que hemos contemplado ese misterio.

El relato que acabamos de proclamar es un midrash.

Un midrash es un relato simbólico a través de una comparación o semejanza de signos precursores de la realidad, que en el ahora se vive. En un midrash, pues, no importa que no sean todos los elementos del relato históricos. Quizás no apareció realmente la estrella, ni hubo magos. Eso, San Mateo no quiere probarlo, porque ese no es su objetivo.

Lo que nos quiere decir con este relato, es que la salvación es universal. Que Dios viene y se manifiesta; es su "EPIFANÍA" o manifestación y no solo al pueblo de Israel, sino a todos los pueblos, también, pues, a nosotros, a todos los seres humanos, al manifestarse a los tres magos, que eran paganos, porque no pertenecían al pueblo de Israel.

El Pueblo, pues, de Israel es designado entre todos los pueblos, para ser el maestro, el pedagogo de la humanidad, y trasmitirle y enseñarle el mensaje de la Revelación de Dios, del Evangelio o Buena Noticia de Dios a toda la Humanidad.

El Pueblo de Israel no es el Pueblo elegido, distinguido, preferido de Dios, el más querido y amado. Es tan solo designado para un ministerio o servicio, que le va a suponer grandes sacrificios y trabajos para adaptarse y para aprender ese cometido de Profeta de Dios.

Ser judío o perteneciente a esa raza no es un signo de predilección, porque en Dios no cabe la predilección. A todos nos ama por igual porque todos son suyos, creados por Él. Yo no quiero más al dedo anular que al dedo meñique, porque todos los dedos de mi mano son míos y eso que yo no los he hecho, me he encontrado tan solo con ellos.

Hoy es el día de nuestra VOCACION, de nuestra LLAMADA por Dios. Hoy Dios nos manifiesta su voluntad de amor, por el perdón y la SALVACIÓN que nos ofrece. Es su EPIFANÍA: vengo a redimir y salvar al hombre, a que dé la talla de hombre, porque lo que yo salvo son hombres, para que puedan llegar así a ser "hijo de Dios". Llamados, pues, a ser “hijos de Dios”

Y unos magos se pusieron en camino, al sentir la insatisfacción y el sin sentido de su existencia. Hicieron el esfuerzo de dar un primer paso, dejando todo atrás, en busca de "alguien", que llenara sus deseos, que trajera paz a sus inquietudes, que apagara su sed.

Esta es una primera meta para todos nosotros, los cristianos, al comenzar el año: dar un primer paso, y buscar como los magos buscaron, dejando su viejo país de sombras y de muerte. Nuestro primer compromiso, pues: leer, estudiar, meditar el mensaje de Dios. Buscar para encontrar y mejor conocer a Jesús, como los magos lo buscaron en las estrellas. Seguro que ni nuestro primer paso, ni nuestra búsqueda serán infructuosos. Saldrá una estrella, un signo, como a los magos, que guiará nuestro caminar por la lectura diaria de su Revelación, el estudio, la meditación. Dios no permanece mudo, ni sordo ante el esfuerzo del hombre. Pero debemos dar algo de nuestro tiempo para conocer a Dios, su camino, su gloria, porque Él nos está dando toda la vida.

También se nos relata que los magos corrieron la aventura de la fe, que conlleva generosidad, entrega, confianza, servicio, donación; y los magos sin saber nada, sin conocer nada se encontraron con Dios, porque antes se habían entregado del todo. San Juan de la Cruz nos lo dice así:

"para venir de todo al Todo,
- has de dejar del todo, todo.
- Y cuando lo vengas todo a tener,
- has de tenerlo sin nada querer,
- porque si quieres tener algo en todo, -no tienes puro en Dios tu tesoro.
Los escribas y fariseos, sabiendo mucho, sabiendo todo de las profecías y Herodes, enterándose de todo este saber, a todos ellos les faltó la fe. A punto tenían su ciencia, pero no tenían a punto su fe, porque eran avaros, egoístas, desconfiados y soberbios. No podían dar un paso adelante, porque les asustaba el vacío y el riesgo de la fe. Eran gentes que buscaban la seguridad. Y se quedaron con sus seguridades, con sus cosas, con su "todo", pero no encontraron a Dios.
* Primera meta, pues: buscar como los magos buscaron, con fe plena en Dios.
* Segunda meta para este año: reavivar, fortalecer mi fe; ser, pues, valiente y correr todos los días el riesgo de creer. Creer en el hombre y creer en mí, que es creer en la obra de Dios. Comprometerme entonces más y mejor en mi vida religiosa y creer firmemente que puedo ser mejor cristiano.
Y si en mi caminar, acabo encontrándome con Dios, como los magos, como los magos debo anunciarlo a los demás, volviendo por otro camino, como ellos, que por otro camino volvieron a su país. Del camino viejo de nuestras soberbias, volver por el otro camino de la humildad, del camino viejo de las injusticias, por el camino nuevo de la justicia y de la paz, del camino viejo del odio, por el nuevo del amor y fraternidad.
Anunciar al Dios de mi corazón no con palabras, sino con realidades. Y nuestra realidad será ahora la celebración de esta Eucaristía, que nos compromete a volver a la vida de todos los días por el nuevo camino del amor, de la esperanza y de la fe, que juntos nos disponemos a profesar.

AMEN
Edu, escolapio

CC - TOrdinario - D2 (Pagola)

Juan 2, 1 – 12
ALEGRÍA Y AMOR
José Antonio Pagola

Según el evangelista Juan, Jesús fue realizando signos para dar a conocer el misterio encerrado en su persona y para invitar a la gente a acoger la fuerza salvadora que traía consigo. ¿Cuál fue el primer signo?, ¿qué es lo primero que hemos de encontrar en Jesús?.

El evangelista habla de una boda en Caná de Galilea, una pequeña aldea de montaña, a quince kilómetros de Nazaret. Sin embargo, la escena tiene un carácter claramente simbólico. Ni la esposa ni el esposo tienen rostro: no hablan ni actúan. El único importante es un «invitado» que se llama Jesús.

Las bodas eran en Galilea la fiesta más esperada y querida entre las gentes del campo. Durante varios días, familiares y amigos acompañaban a los novios comiendo y bebiendo con ellos, bailando danzas de boda y cantando canciones de amor. De pronto, la madre de Jesús le hace notar algo terrible: «no les queda vino». ¿Cómo van a seguir cantando y bailando?.

El vino es indispensable en una boda. Para aquellas gentes, el vino era, además, el símbolo más expresivo del amor y la alegría. Lo decía la tradición: «el vino alegra el corazón». Lo cantaba la novia a su amado en un precioso canto de amor: «Tus amores son mejores que el vino». ¿Qué puede ser una boda sin alegría y sin amor?, ¿qué se puede celebrar con el corazón triste y vacío de amor?.

En el patio de la casa hay «seis tinajas de piedra». Son enormes. Están «colocadas allí», de manera fija. En ellas se guarda el «agua» para las purificaciones. Representan la piedad religiosa de aquellos campesinos que tratan de vivir «puros» ante Dios. Jesús transforma el agua en vino. Su intervención va a introducir amor y alegría en aquella religión. Ésta es su primera aportación.

¿Cómo podemos pretender seguir a Jesús sin cuidar más entre nosotros la alegría y el amor?, ¿qué puede haber más importante que esto en la Iglesia y en el mundo?, ¿hasta cuándo podremos conservar en «tinajas de piedra» una fe triste y aburrida?, ¿para qué sirven todos nuestros esfuerzos, si no somos capaces de introducir amor en nuestra religión? Nada puede ser más triste que decir de una comunidad cristiana: «no les queda vino».