Friday, May 29, 2009

8DP,B.Pentecostés - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Pentecostés es la fiesta del Espíritu Santo. Pero actualmente resulta embarazoso hablar del Espíritu, porque ante la palabra "espíritu" surge frecuentemente una resistencia que brota de ciertos prejuicios, de carácter ideológico unos, y de índole emocional otros. Todo ello provoca malentendidos y una visión reduccionista de la fe. El cristianismo, la fe en Jesús, es una religión que prima el valor del espíritu, ciertamente; pero no es "espiritualista", desencarnada o inhumana. Pues no niega ni minusvalora el sentido, la necesidad y la autonomía de lo terreno y corpóreo, sino que lo asume y lo proyecta desde dentro con dimensión trascendente.

La secuencia "Ven, Espíritu divino" de Pentecostés resume la situación de vacío existencial de los hombres de nuestro mundo. En esa vibrante oración al Espíritu de Dios se dice: "Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento".

El hombre se hace humano en la medida en que se abre a Dios y a los demás. Bajo la acción del Espíritu se encuentra y reconcilia con Dios y consigo mismo; y se abre a la comunión gozosa con él y con los demás como hermanos.

¡Cuántos miles y millones de creyentes celebramos hoy Pentecostés! ¿Se va a notar mañana que se han abierto nuestras puertas y ventanas al mundo de los hombres nuestros hermanos?

¡Ven, Espíritu Santo; llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor!

¿Qué la fuerza del Espíritu nos inunde y nos dé la fuerza para seguir adelante!

Un fuerte abrazo,

Francesc Mulet

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Thursday, May 28, 2009

7DP,B,Ascensión - 2009 (Pagola)

Marcos 16, 15-20
CONFIANZA Y RESPONSABILIDAD
José Antonio Pagola


Al evangelio original de Marcos se le añadió en algún momento un apéndice donde se recoge este mandato final de Jesús: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». El Evangelio no ha de quedar en el interior del pequeño grupo de sus discípulos. Han de salir y desplazarse para alcanzar al «mundo entero» y llevar la Buena Noticia a todas las gentes, a «toda la creación».

Sin duda, estas palabras eran escuchadas con entusiasmo cuando los cristianos estaban en plena expansión y sus comunidades se multiplicaban por todo el Imperio, pero ¿cómo escucharlas hoy cuando nos vemos impotentes para retener a quienes abandonan nuestras iglesias porque no sienten ya necesidad de nuestra religión?

Lo primero es vivir desde la confianza absoluta en la acción de Dios. Nos lo ha enseñado Jesús. Dios sigue trabajando con amor infinito el corazón y la conciencia de todos sus hijos e hijas, aunque nosotros los consideremos «ovejas perdidas». Dios no está bloqueado por ninguna crisis.

No está esperando a que desde la Iglesia pongamos en marcha nuestros planes de restauración o nuestros proyectos de innovación. Él sigue actuando en la Iglesia y fuera de la Iglesia. Nadie vive abandonado por Dios, aunque no haya oído nunca hablar del Evangelio de Jesús.

Pero todo esto no nos dispensa de nuestra responsabilidad. Hemos de empezar a hacernos nuevas preguntas: ¿Por qué caminos anda buscando Dios a los hombres y mujeres de la cultura moderna? ¿Cómo quiere hacer presente al hombre y a la mujer de nuestros días la Buena Noticia de Jesús?

Hemos de preguntarnos todavía algo más: ¿Qué llamadas nos está haciendo Dios para transformar nuestra forma tradicional de pensar, expresar, celebrar y encarnar la fe cristiana de manera que propiciemos la acción de Dios en el interior de la cultura moderna? ¿No corremos el riesgo de convertirnos, con nuestra inercia e inmovilismo, en freno y obstáculo cultural para que el Evangelio se encarne en la sociedad contemporánea?

Nadie sabe cómo será la fe cristiana en el mundo nuevo que está emergiendo, pero, difícilmente será «clonación» del pasado. El Evangelio tiene fuerza para inaugurar un cristianismo nuevo.

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7DP,B,Ascensión - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Las tres celebraciones litúrgicas: Resurrección, Ascensión y Pentecostés, aunque se distinguen conceptualmente y las separamos en el tiempo, no son más que acentos pedagógicos o momentos catequéticos del único misterio pascual de Cristo.

En su Ascensión al cielo, Cristo Jesús nos urge la tarea misionera de evangelización y liberación humana. Ahora que él ya no está físicamente presente entre los hombres, es el grupo creyente quien ha de hacerlo visible al mundo por el anuncio y el testimonio. Hacer presente a Jesús y acelerar la venida del reino de Dios es posibilitar la soberanía amorosa de Dios, como expresa la gran oración y paráfrasis del reinado de Dios que es el padrenuestro: Venga a nosotros tu reino, Señor; hágase tu voluntad en la tierra de los hombres mediante tu señorío de amor y fraternidad.

El anuncio y la palabra han de ir acompañados, como hizo Jesús, con el testimonio de la vida y de los signos, es decir, con el compromiso de los cristianos por la promoción del hombre desde su dignidad de persona a su condición de hijo de Dios y hermano de los demás.

Para celebrar de verdad la Ascensión del Señor hemos de pasar de la comodidad de los buenos sentimientos a la realidad de los hechos, hasta complicarnos la vida por amor de Cristo y de los hermanos más oprimidos. Solamente así cumpliremos los discípulos de Jesús la tarea y misión que él ha encomendado a la Iglesia, su pueblo.

Un esfuerzo y pronto final de curso. Ánimo y ya terminamos,

Un abrazo,
Francesc Mulet

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6DP.B - 2009 (Pagola)

Juan 15, 9-17
NO DESVIARNOS DEL AMOR
José Antonio Pagola

El evangelista Juan pone en boca de Jesús un largo discurso de despedida en el que se recogen con una intensidad especial algunos rasgos fundamentales que han de recordar sus discípulos a lo largo de los tiempos, para ser fieles a su persona y a su proyecto. También en nuestros días.

«Permaneced en mi amor». Es lo primero. No se trata sólo de vivir en una religión, sino de vivir en el amor con que nos ama Jesús, el amor que recibe del Padre. Ser cristiano no es en primer lugar un asunto doctrinal, sino una cuestión de amor. A lo largo de los siglos, los discípulos conocerán incertidumbres, conflictos y dificultades de todo orden. Lo importante será siempre no desviarse del amor.

Permanecer en el amor de Jesús no es algo teórico ni vacío de contenido. Consiste en «guardar sus mandamientos», que él mismo resume enseguida en el mandato del amor fraterno: «Éste es mi mandamiento; que os améis unos a otros como yo os he amado». El cristiano encuentra en su religión muchos mandamientos. Su origen, su naturaleza y su importancia son diversos y desiguales. Con el paso del tiempo, las normas se multiplican. Sólo del mandato del amor dice Jesús: «Este mandato es el mío». En cualquier época y situación, lo decisivo para el cristianismo es no salirse del amor fraterno.

Jesús no presenta este mandato del amor como una ley que ha de regir nuestra vida haciéndola más dura y pesada, sino como una fuente de alegría: «Os hablo de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud». Cuando entre nosotros falta verdadero amor, se crea un vacío que nada ni nadie puede llenar de alegría.

Sin amor no es posible dar pasos hacia un cristianismo más abierto, cordial, alegre, sencillo y amable donde podamos vivir como «amigos» de Jesús, según la expresión evangélica. No sabremos cómo generar alegría. Aún sin quererlo, seguiremos cultivando un cristianismo triste, lleno de quejas, resentimientos, lamentos y desazón.

A nuestro cristianismo le falta, con frecuencia, la alegría de lo que se hace y se vive con amor. A nuestro seguimiento a Jesucristo le falta el entusiasmo de la innovación, y le sobra la tristeza de lo que se repite sin la convicción de estar reproduciendo lo que Jesús quería de nosotros.

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6DP.B - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

En el evangelio de este domingo, junto con el precepto del amor, Cristo nos da también su alegría y su amistad

Necesitamos un tratamiento urgente de alegría en nuestra vida personal y entorno comunitario: familia, trabajo, sociedad. La impresión es que no abunda la gente feliz de verdad, y que escasean las personas profundamente alegres que contagien humor jovial. Todos ocultamos un fondo de insatisfacción, una añoranza de dicha, quizá una amargura de tristeza. ¿Por qué? Aparte de las razones filosóficas y solemnes que apuntan a la radical limitación humana, hay motivos más próximos y menos confesados: el vacío interior, la inmadurez personal, la incapacidad de entrega, en definitiva la ausencia de amor. El que no ama ni se siente amado, está arruinado como persona. Pero Dios siempre nos ama y nos da con qué poder amar.

Amor con sacrificio y con total olvido de sí mismo para darse al hermano necesitado, triste, deprimido, solo, marginado, anciano, enfermo, encarcelado,... es siempre amor verdadero. Como el de Jesús, como el de tantos santos, como el de uno de ellos canonizado en octubre de 1982: san Maximiliano Kolbe. En el campo nazi de Auschwitz se había escapado un preso del Bloque 14. Todos los prisioneros del mismo fueron uniformados para ser diezmados; diez habrían de morir por el fugado. Al caer la suerte a un compañero polaco, padre de familia, Kolbe se ofreció voluntario y murió por él (15 de agosto de 1941).

Pidamos hoy al Señor una buena dosis de alegría pascual. ¡La necesitamos tanto! El gozo con Jesús, que no estará exento del sacrificio que expresa la Eucaristía, pero que es de antemano, como un anticipo del gozo final.

A seguir adelante y animarnos en la tarea que nos queda.

Un fuerte abrazo,
Francesc Mulet

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Tuesday, May 12, 2009

5DP,B - 2009 (Pagola)

Jn 15, 1-8
NO DESVIARNOS DE JESÚS
José Antonio Pagola

La imagen es sencilla y de gran fuerza expresiva. Jesús es la «vid verdadera», llena de vida; los discípulos son «sarmientos» que viven de la savia que les llega de Jesús; el Padre es el «viñador» que cuida personalmente la viña para que dé fruto abundante. Lo único importante es que se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo más humano y feliz para todos.

La imagen pone de relieve dónde está el problema. Hay sarmientos secos por los que no circula la savia de Jesús. Discípulos que no dan frutos porque no corre por sus venas el Espíritu del Resucitado. Comunidades cristianas que languidecen desconectadas de su persona.

Por eso se hace una afirmación cargada de intensidad: «el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid»: la vida de los discípulos es estéril «si no permanecen» en Jesús. Sus palabras son categóricas: «Sin mí no podéis hacer nada». ¿No se nos está desvelando aquí la verdadera raíz de la crisis de nuestro cristianismo, el factor interno que resquebraja sus cimientos como ningún otro?

La forma en que viven su religión muchos cristianos, sin una unión vital con Jesucristo, no subsistirá por mucho tiempo: quedará reducida a «folklore» anacrónico que no aportará a nadie la Buena Noticia del Evangelio. La Iglesia no podrá llevar a cabo su misión en el mundo contemporáneo, si los que nos decimos «cristianos» no nos convertimos en discípulos de Jesús, animados por su espíritu y su pasión por un mundo más humano.

Ser cristiano exige hoy una experiencia vital de Jesucristo, un conocimiento interior de su persona y una pasión por su proyecto, que no se requerían para ser practicante dentro de una sociedad de cristiandad. Si no aprendemos a vivir de un contacto más inmediato y apasionado con Jesús, la decadencia de nuestro cristianismo se puede convertir en una enfermedad mortal.

Los cristianos vivimos hoy preocupados y distraídos por muchas cuestiones. No puede ser de otra manera. Pero no hemos de olvidar lo esencial. Todos somos «sarmientos». Sólo Jesús es «la verdadera vid». Lo decisivo en estos momentos es «permanecer en él»: aplicar toda nuestra atención al Evangelio; alimentar en nuestros grupos, redes, comunidades y parroquias el contacto vivo con él; no desviarnos de su proyecto.

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5DP,B - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Permanecer en Cristo y dar fruto. Solamente en contacto con Jesús tenemos vida y fuerza interior, capacidad y aguante para transformar la dura realidad y vencer el mal dentro y fuera de nosotros. ¿Por qué tantos cristianos ineficaces y tristes, si decimos poseer la fuente de la vida y de la alegría que es la fe y la esperanza en el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo?

En medio de nuestro trabajo y actividades, a veces agobiantes, hemos de hacer un alto en el camino para reflexionar. A la luz de las palabras de Jesús: "Sin mí nada podéis hacer", hemos de cuestionarnos también la eficacia pastoral y el fruto de tanto trabajo apostólico y predicación, reuniones de estudio, análisis y diagnóstico de la realidad, programación y ejecución, evaluación y revisión de las acciones pastorales, servicios caritativos y sociales, compromiso temporal y lucha por la justicia y los derechos humanos.

Es necesario, no obstante, hacer todo esto porque así lo piden la misión evangelizadora y el mandamiento de amarnos que nos dio el Señor; pero ha de hacerse en contacto con la savia de la vid, en contacto con Jesús por la fe, la oración, los sacramentos y el cumplimiento de la voluntad de Dios: "Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen con vosotros, pediréis lo que deseéis y se realizará".

Pidamos y busquemos una fe viva mediante el contacto vital con Cristo en la oración, en la escucha de su palabra, en los sacramentos, especialmente la Eucaristía, y en el amor a los hermanos. Porque la fe y el amor han de configurar nuestra vida personal y la de la comunidad cristiana nacida de la pascua del Señor resucitado.

Este domingo celebraremos la fiesta de Nuestra Señora de los Desamparados, que ella continúe protegiendo a su pueblo y nos ayude a ser fieles a Jesucristo.

Buena semana,
Francesc Mulet, escolapio

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