Saturday, December 26, 2009

2DN,C - Sagrada Familia - 2009 (Pagola)

Ciclo C
Lucas 2, 41-52
¿QUÉ FAMILIA?
José Antonio Pagola

Hoy es el Día de la familia cristiana. Una fiesta establecida recientemente para que los cristianos celebremos y ahondemos en lo que puede ser un proyecto familiar entendido y vivido desde el espíritu de Jesús.

No basta defender de manera abstracta el valor de la familia. Tampoco es suficiente imaginar la vida familiar según el modelo de la familia de Nazaret, idealizada desde nuestra concepción de la familia tradicional. Seguir a Jesús puede exigir a veces cuestionar y transformar esquemas y costumbres muy arraigados en nosotros.

La familia no es para Jesús algo absoluto e intocable. Más aún. Lo decisivo no es la familia de sangre, sino esa gran familia que hemos de ir construyendo los humanos escuchando el deseo del único Padre de todos. Incluso sus padres lo tendrán que aprender, no sin problemas y conflictos.

Según el relato de Lucas, los padres de Jesús lo buscan acongojados, al descubrir que los ha abandonado sin preocuparse de ellos. ¿Cómo puede actuar así? Su madre se lo reprocha en cuanto lo encuentra:«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús los sorprende con una respuesta inesperada: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre ?».

Sus padres «no le comprendieron ». Solo ahondando en sus palabras y en su comportamiento de cara a su familia, descubrirán progresivamente que, para Jesús, lo primero es la familia humana: una sociedad más fraterna, justa y solidaria, tal como la quiere Dios.

No podemos celebrar responsablemente la fiesta de hoy sin escuchar el reto de nuestra fe. ¿Cómo son nuestras familias? ¿Viven comprometidas en una sociedad mejor y más humana, o encerradas exclusivamente en sus propios intereses? ¿Educan para la solidaridad, la búsqueda de paz, la sensibilidad hacia los necesitados, la compasión, o enseñan a vivir para el bienestar insaciable, el máximo lucro y el olvido de los demás?

¿Qué está sucediendo en nuestros hogares? ¿Se cuida la fe, se recuerda a Jesucristo, se aprende a rezar, o sólo se transmite indiferencia, incredulidad y vacío de Dios?. ¿Se educa para vivir desde una conciencia moral responsable, sana, coherente con la fe cristiana, o se favorece un estilo de vida superficial, sin metas ni ideales, sin criterios ni sentido último?.

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Monday, December 21, 2009

4DA,C - 2009 (Pagola)

Lucas 1, 39-45
RASGOS DE MARÍA
José Antonio Pagola

La visita de María a Isabel le permite al evangelista Lucas poner en contacto al Bautista y a Jesús antes incluso de haber nacido. La escena está cargada de una atmósfera muy especial. Las dos van a ser madres. Las dos han sido llamadas a colaborar en el plan de Dios. No hay varones. Zacarías ha quedado mudo. José está sorprendentemente ausente. Las dos mujeres ocupan toda la escena.

María que ha llegado aprisa desde Nazaret se convierte en la figura central. Todo gira en torno a ella y a su Hijo. Su imagen brilla con unos rasgos más genuinos que muchos otros que le han sido añadidos posteriormente a partir de advocaciones y títulos más alejados del clima de los evangelios.

María, «la madre de mi Señor». Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo. Es cierto: para los seguidores de Jesús, María es, antes que nada, la Madre de nuestro Señor. Éste es el punto de partida de toda su grandeza. Los primeros cristianos nunca separan a María de Jesús. Son inseparables. « Bendecida por Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a Jesús, «fruto bendito de su vientre».

María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque «ha creído». María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.

María, la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio Hijo. Ésa es su gran misión y su servicio. Según el relato, María evangeliza no sólo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.

María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios: «Alégrate...el Señor está contigo». Ahora, desde una actitud de servicio y de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la Iglesia el mejor modelo de una evangelización gozosa

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4DA,C - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Las dos mujeres son felices y proclaman su felicidad, ¿qué han hecho? María, después de acoger con fe la misión de ser madre del Salvador, se ha puesto en camino y marcha a prisa junto su prima, que necesita en estos momentos de su cercanía, de su ayuda.

Nosotros, que pretendemos ser cristianos, en víspera de la Navidad, es fácil que nos preguntemos si de verdad estamos en el verdadero camino. El evangelio que hemos escuchado nos lo indica. Es el camino que recorre María, que no va a la montaña en busca de su felicidad, va a ayudar a quien la necesita y en la ayuda encuentra la felicidad profunda del espíritu.

María en su visita a Isabel nos dice que solo se puede ser alegre ayudando a quienes nos necesitan, en comunión con los que sufren y en solidaridad con los que lloran. Sólo tiene derecho a la alegría quien lucha por hacerla posible entre los humillados. Sólo puede ser feliz quien se esfuerza por hacer felices a otros.

No siempre se trata de hacer grandes cosas. Pensemos, que quizás sea, sencillamente ofrecer nuestra amistad, nuestra compañía a ese vecino hundido en la soledad y desconfianza, estar cerca de quien sufre una depresión, de un familiar que necesita quien le escuche en su problema, en las dificultades que vive, de quien necesita algo para tener ilusión y esperanza en la vida, a alguien que ha sufrido una desgracia familiar en este año, la pérdida de un ser querido, acercarnos a acompañar a unos familiares con un hijo drogadicto o en prisión, o a alguien que se encuentra amenazado, a una mujer maltratada… cuantas mujeres sufren en su maternidad, lo venimos pensando en estos días, ¿no podemos hacer algo, dar un rayo de ilusión, de esperanza, o algo más también?

Aprovechemos estas fiestas para crear solidaridad y generosidad entre todos los que convivamos.

Felices los que, en medio del bullicio de estos días, sepamos acoger con corazón creyente y agradecido el regalo de un Dios Niño. Lo acogeremos cuando imitemos el camino que hoy recorre María.

Feliz navidad y un abrazo cordial,
Francesc Mulet

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3DA,C - 2009 (Pagola)

Lucas 3, 10-18
REPARTIR CON EL QUE NO TIENE
José Antonio Pagola

La Palabra del Bautista desde el desierto tocó el corazón de las gentes. Su llamada a la conversión y al inicio de una vida más fiel a Dios despertó en muchos de ellos una pregunta concreta:¿Qué debemos hacer? Es la pregunta que brota siempre en nosotros cuando escuchamos una llamada radical y no sabemos cómo concretar nuestra respuesta.

El Bautista no les propone ritos religiosos ni tampoco normas ni preceptos. No se trata propiamente de hacer cosas ni de asumir deberes, sino de ser de otra manera, vivir de forma más humana, desplegar algo que está ya en nuestro corazón: el deseo de una vida más justa, digna y fraterna.

Lo más decisivo y realista es abrir nuestro corazón a Dios mirando atentamente a las necesidades de los que sufren. El Bautista sabe resumirles su respuesta con una fórmula genial por su simplicidad y verdad:«El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Así de simple y claro.

¿Qué podemos decir ante estas palabras quienes vivimos en un mundo donde más de un tercio de la humanidad vive en la miseria luchando cada día por sobrevivir, mientras nosotros seguimos llenando nuestros armarios con toda clase de túnicas y tenemos nuestros frigoríficos repletos de comida?

Y ¿qué podemos decir los cristianos ante esta llamada tan sencilla y tan humana? ¿No hemos de empezar a abrir los ojos de nuestro corazón para tomar conciencia más viva de esa insensibilidad y esclavitud que nos mantiene sometidos a un bienestar que nos impide ser más humanos?

Mientras nosotros seguimos preocupados, y con razón, de muchos aspectos del momento actual del cristianismo, no nos damos cuenta de que vivimos "cautivos de una religión burguesa". El cristianismo, tal como nosotros lo vivimos, no parece tener fuerza para transformar la sociedad del bienestar. Al contrario, es ésta la que está desvirtuando lo mejor de la religión de Jesús, vaciando nuestro seguimiento a Cristo de valores tan genuinos como la solidaridad, la defensa de los pobres, la compasión y la justicia.

Por eso, hemos valorar y agradecer mucho más el esfuerzo de tantas personas que se rebelan contra este "cautiverio", comprometiéndose en gestos concretos de solidaridad y cultivando un estilo de vida más sencillo, austero y humano.

3DA,C - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

Para vivir el gozo de la venida del Señor, habremos de profundizar en la conversión continua como actitud personal. El Bautista propuso dos sectores de acción: amor y justicia. El mundo experimentaría una profunda revolución social, la más radical y efectiva, solamente con que cada uno practicara esta breve consigna evangélica: convertirse al amor y a la justicia. La conversión cristiana es amor que comparte con los demás la salvación y el amor con que somos amados por Dios.

Todos nos resistimos al cambio para no deteriorar el nivel de vida adquirido, ni disminuir nuestros ingresos, ganancias y rentas, grandes o pequeñas. Es fácil culpar a los ricos, a los poderosos, a las multinacionales y a los bloques dominantes, para concluir que nosotros no podemos hacer nada. Eso es lavarnos las manos. Cada uno es en pequeño un fiel reflejo de la macroestructura. Por eso hemos de examinar nuestras actitudes básicas con plena sinceridad y sin mecanismos de defensa que encubran nuestro egoísmo.

Ya estamos más cerca, a mantener bien encendida la llama del ánimo y la esperanza.

Buena semana tengas y un abrazo cordial,
Francesc Mulet

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2DA,C - 2009 (Pagola)

Lucas 3, 1-6
EN EL MARCO DEL DESIERTO
José Antonio Pagola

Lucas tiene interés en precisar con detalle los nombres de los personajes que controlan en aquel momento las diferentes esferas del poder político y religioso. Ellos son quienes lo planifican y dirigen todo. Sin embargo, el acontecimiento decisivo de Jesucristo se prepara y acontece fuera de su ámbito de influencia y poder, sin que ellos se enteren ni decidan nada.

Así aparece siempre lo esencial en el mundo y en nuestras vidas. Así penetra en la historia humana la gracia y la salvación de Dios. Lo esencial no está en manos de los poderosos. Lucas dice escuetamente que «la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto», no en la Roma imperial ni en el recinto sagrado del Templo de Jerusalén.

En ninguna parte se puede escuchar mejor que en el desierto la llamada de Dios a cambiar el mundo. El desierto es el territorio de la verdad. El lugar donde se vive de lo esencial. No hay sitio para lo superfluo. No se puede vivir acumulando cosas sin necesidad. No es posible el lujo ni la ostentación. Lo decisivo es buscar el camino acertado para orientar la vida.

Por eso, algunos profetas añoraban tanto el desierto, símbolo de una vida más sencilla y mejor enraizada en lo esencial, una vida todavía sin distorsionar por tantas infidelidades a Dios y tantas injusticias con el pueblo. En este marco del desierto, el Bautista anuncia el símbolo grandioso del «Bautismo», punto de partida de conversión, purificación, perdón e inicio de vida nueva.

¿Cómo responder hoy a esta llamada? El Bautista lo resume en una imagen tomada de Isaías:«Preparad el camino del Señor». Nuestras vidas están sembradas de obstáculos y resistencias que impiden o dificultan la llegada de Dios a nuestros corazones y comunidades, a nuestra Iglesia y a nuestro mundo. Dios está siempre cerca. Somos nosotros los que hemos de abrir caminos para acogerlo encarnado en Jesús.

Las imágenes de Isaías invitan a compromisos muy básicos y fundamentales: cuidar mejor lo esencial sin distraernos en lo secundario; rectificar lo que hemos ido deformando entre todos; enderezar caminos torcidos; afrontar la verdad real de nuestras vidas para recuperar un talante de conversión. Hemos de cuidar bien los bautizos de nuestros niños, pero lo que necesitamos todos es un «bautismo de conversión».

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2DA,C - 2009 (Mulet)

Francesc Mulet, escolapio

En el evangelio de hoy aparece una de las figuras clave del adviento: Juan el Bautista, que viene a unirse a la del profeta Isaías, de quien Juan recibe el testigo. Una sola frase condensa toda su predicación: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.

La disposición previa para el cambio total que pide la conversión es reconocernos ante Dios y los demás como pecadores y llenos de limitaciones.

La conversión es una asignatura siempre pendiente. Aunque seamos cristianos de toda la vida, necesitamos la conversión continua para abrir constantemente el camino al Señor en nuestra vida. Hoy es día especial de conversión para preparar en cristiano la Navidad, sin alucinarnos con la alegría superficial del consumismo. La conversión a Dios es labor de toda la existencia, tarea callada de cada día.

Hemos de convertirnos del mal que anida en nuestro corazón con múltiples manifestaciones: egoísmo y soberbia, agresividad y violencia, lujuria y mentira, desamor y clasismo, doblez, apatía y desesperanza... para empezar a ser altruistas y generosos, humildes y pacíficos, castos y transparentes, acogedores y serviciales, sinceros y testigos de esperanza. Sin olvidar los pecados de omisión: ¡cuánto bien dejamos de hacer y cuánto testimonio evangélico hurtamos por cobardía, comodidad o pereza!

Que haya paz, justicia y fraternidad en donde impera la violencia, la desigualdad injusta, la violación de las libertades y derechos humanos, la explotación del pobre, el clasismo segregador y estúpido. Sólo así será verdad nuestra Eucaristía dominical y podremos alabar a una sola voz al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Hagamos camino, preparemos la Navidad, levantemos el ánimo. ¡El Señor viene!

Un abrazo cordial
Francesc Mulet

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